El editor Ignacio Boix lo llamó también a colaborar en la colectiva Los españoles pintados por sí mismos (1843), al que aportó los tipos de "El barbero", "La santurrona", "El hortera", "La cigarrera" y "El boticario".
Publicó también algunos sueltos y poesías en El Laberinto y en el Museo de las Familias y esbozó las figuras prototípicas de diversos personajes enfadosos en Doce españoles de brocha gorda que, no pudiéndose pintar a sí mismos, me han encargado a mí, Antonio Flores, sus retratos (Madrid, 1846, 2.ª ed.
1848), que toma también forma novelada, pese a similar propósito costumbrista; aparecen aquí sin embargo algunos tipos marginales como "El marica" o "El caballero de industria".
Su lengua es muy castiza, abundante de léxico, y conoce bien la jerigonza de germanía, el registro vulgar y el refranero, por lo que a veces parece evocar el mundo del sainete.
Ovilo escribió una breve biobibliografía suya y Juan Antonio Almela redactó su biografía para El Museo Universal (IX, 1865)