Si bien la actividad de la iglesia católica en Venezuela se dedicó a la evangelización y educación de la población desde la colonización hasta la independencia, algunos abusos crearon descontento en comunidades indígenas y roces con las élites republicanas.A pesar de esto la iglesia mantuvo su influencia en la sociedad y la política por lo que se alineó a menudo al Partido Conservador para el cual el Obispo Juan Hilario Bosset fue senador.[1] Las primeras medidas anticlericales aplicadas en Venezuela fueron las leyes del congreso Constituyente, que cerraron los monasterios dominicos temporalmente en 1821.En 1828 el presidente de La Gran Colombia, Simón Bolívar, los legalizó tras reconciliarse con la Iglesia y prohibir la masonería.[3] Desde el fin de la guerra federal en 1864, Venezuela estuvo gobernada principalmente por gobiernos del Partido Liberal que estaba alineado al republicanismo francés.También Guzmán Blanco legalizó el divorcio, algo mal visto por la jerarquía eclesiástica, pues presentaba la posibilidad de disolver la unión matrimonial, considerada como sagrada por la Iglesia católica.Los claustros se mantendrían prohibidos hasta los años 1950, además hizo construir varias edificaciones religiosas como la Basílica de Santa Teresa y la Basílica Menor Santa Capilla, pero la realidad era que más nunca la jerarquía eclesiástica volvería a tener tanta injerencia sobre el país y el estado, como en el pasado.Entre otras cosas la asamblea quería consagrar el monopolio del estado en la educación en el artículo 53 de la nueva carta magna.Con el apoyo del gobierno, funda en 1947 la “Iglesia Católica Apostólica Venezolana”, la cual gracias a los aportes económicos del gobierno de Betancourt monta templos en Catia y logra tener hasta su propio periódico, “Liberación”.El diputado de Acción Democrática Luis Ramón Vives perteneció a este movimiento cismático.En 1975 Acción Democrática vuelve al poder y Luis Fernando Castillo Mendez decide volver a Venezuela.El ministro Armando Sánchez le asigna a Castillo una pensión de mil dólares mensuales.[8] Con la llegada de Hugo Chávez al poder volvió la tensión con la Iglesia y el renacimiento del anticlericalismo.Si bien al inicio Chávez tenía una actitud amigable con la Iglesia y las empresas privadas.Su gobierno llegaría a tener intercambios amargos con la Santa Sede y la Conferencia Episcopal Venezolana.[14] Los círculos revolucionarios atacarían y vandalizarían repetidas veces monumentos, iglesias y cementerios,[15][16][17] Así como repetidas amenazas contra obispos, tales como el caso del obispo de Maracay Mons.[19] El Gobierno Bolivariano convenció a un sacerdote católico llamado Enrique Albornoz y a dos sacerdotes luteranos de fundar la ¨Iglesia Venezolana Reformada¨ basada en la comunión anglicana con el reconocimiento internacional de Leonardo Marin-Saavedra en 2007.