Este mismo año, organizó y participó en una exposición que causó la primera polémica estética del arte moderno en el país con sus obras Las lavanderas del Sena, Marinas, Caballos bebiendo.
En este debate participaron Baldomero Sanín Cano, Ricardo Hinestroza Daza y Max Grillo.
Al finalizar la guerra, regresó a Bélgica y murió su hijo Andrés.
En 1926 pintó el tríptico del Capitolio Nacional, en el que representa a Simón Bolívar dirigiendo la campaña libertadora.
Según algunos historiadores del arte, su obra, oscilante entre el simbolismo, el impresionismo, el posimpresionismo, el fauvismo y el expresionismo, marcó la introducción de la pintura moderna en Colombia.
En América Latina, la crítica Marta Traba lo situó en paralelo con el venezolano Armando Reverón y con el uruguayo Pedro Figari.