Aunque su salud era muy delicada, progresó tan rápidamente en sus estudios que a los dieciséis años ya sabía ruso, alemán, francés e inglés.
Su matrimonio se celebró tres años más tarde, hacia finales de 1830, en Berna o Ginebra, después de tres años pasados con su madre en Niza, Ginebra e Italia, pasando por Pisa, Roma, Nápoles y Venecia.
En Pisa, aprendió italiano bajo la guía de [[Giovanni Rosini]], que le dedicó su novela Luisa Strozzi.
Después de pasar el año siguiente a su matrimonio en Suiza, y principalmente en Ginebra, donde se sintió atraída por las relaciones que había iniciado allí con la sociedad literaria de esa ciudad, especialmente con Sismondi, Bonstetten y Pyrame de Candolle, Anastasia de Circourt quiso volver a Italia con su marido y pasó allí tres inviernos, compartiendo su estancia entre Pisa, Roma, Génova, Milán, Florencia, Nápoles y Venecia.
Habiendo reconocido en Cavour «al hombre más magnánimo de su tiempo», Anastasie tuvo desde ese momento una amistad que nunca flaqueó y que más tarde se convirtió en una de ilimitada devoción.
El conde de Cavour, por su parte, tenía un afecto mezclado con respeto y gratitud por ella, que solamente cesó con su vida.
En 1850, hizo arreglar una casa de campo en Les Bruyères, en La Celle-Saint-Cloud, a la que llamó su «ermita», y que desde entonces recibió muchas visitas ilustres en los meses de verano y otoño.