Estas son siempre retentivas ya que la amalgama no se adhiere al tejido dentario.
También producen un aumento en la exposición a mercurio tanto en quienes las portan[1] como en los odontólogos y sus asistentes.
Se estudia su prohibición en toda la Unión Europea debido al impacto que tienen sobre el medio ambiente.
También es posible realizar esta mezcla de manera manual, como se empezó haciendo en sus orígenes.
[14] Una amalgama dental suele contener entre 120 y 570 mg de este elemento.
[31] El Hg0 también cruza la barrera placentaria por lo que accede al sistema nervioso central del feto durante su desarrollo[32] y se incorpora a la leche materna.
[18] Los iones de mercurio que se incorporan en la saliva son absorbidos en el intestino en un 10%.
[29] Algunas bacterias presentes en la flora intestinal y en la saliva pueden metilar el mercurio inorgánico.
[29] El mercurio inorgánico Hg2+ tiene una gran afinidad química por los grupos tiol, presentes en algunos aminoácidos azufrados, como la cisteína.
[37] En ausencia de tratamiento, la vida media del mercurio en el cerebro humano se aproxima a los 27,4 años.
[41] En 2009, pese a tener informes contrarios[42] la FDA también ratificó que la amalgama dental es un material seguro, clasificándola como dispositivo médico clase II.