La boca se hace agua a la vista del alimento o al advertir el olor e, incluso, ante la sola idea de la comida, especialmente cuando tenemos hambre.
Los experimentos de Pavlov demuestran que en el reino animal existe también relación entre los conceptos abstractos y la secreción salival en conductas aprendidas.
La cantidad de saliva que segrega cada día un humano adulto varía, en general, entre 1000 y 1500 cc.
La saliva se compone en un 99 % de agua, y la exigua cantidad de material disuelto en ella está constituido, esencialmente, por la mucina, una sustancia que da una determinada viscosidad al líquido salivar, y por una enzima, la ptialina.
Es cierto, por otra parte que si el alimento ha sido bien masticado y humedecido por la saliva, ésta podrá iniciar su acción en el mismo estómago, convirtiendo así gran parte del hidrocarbonado en maltosa, que experimentará después una ulterior transformación.
Los dientes incisivos penetran en el alimento y lo sostiene cortándolo, mientras que las manos lo halan, para desgarrar finalmente.