La alta comedia es una fórmula teatral de corte realista para reemplazar la retórica del Romanticismo.
[1] Se desarrolló en España durante la segunda mitad del siglo xix como ejercicio crítico sobre la burguesía de esa época, aunque con planteamientos esquemáticos y un fin moralizante.
Los dramaturgos de la alta comedia, a pesar de su intención satírica, el cuidado por lo psicológico, y los detalles realistas, resultan melodramáticos.
[4][5] Se han definido cuatro innovaciones respecto a la comedia del periodo anterior: Entre los primeros autores que delatan dichas características se menciona a Manuel Bretón de los Herreros, (más como precursor quizá) y a Ventura de la Vega con El hombre de mundo (1845), versión aburguesada de Don Juan Tenorio, en opinión de Ángel Muro.
Como subgénero tuvo su evolución y superación ya en siglo xx en algunos aspectos de la obra de Jacinto Benavente, como en Gente conocida (1896), La noche del sábado (1903) o Rosas de otoño (1905), un modelo que influiría a su vez en autores de postguerra como Victor Ruiz Iriarte, Jaime Salom o Joaquín Calvo Sotelo.