[1] La alopecia areata es una enfermedad considerada de origen multifactorial, es decir, existen diversos factores que pueden influir en su aparición.
Los genes implicados también están asociados a otras enfermedades autoinmunes, tales como la enfermedad celíaca,[3][4] la diabetes mellitus tipo 1 y la artritis reumatoide.
Cuando las lesiones son extensas, a los anteriores tratamientos se puede sumar terapia con láser, tratamientos biológicos, corticosteroides por vía oral o inmunosupresores, como la ciclosporina o el metotrexato.
[3] En los casos en los que la alopecia areata aparece asociada a la enfermedad celíaca, el tratamiento con la dieta sin gluten suele permitir la recuperación completa y permanente, con crecimiento del cabello perdido y del vello corporal, sin que se produzcan nuevas recaídas.
Esta recuperación se atribuye a la normalización de la respuesta inmune.