Allí continuó con las pesquisas comenzadas por Zúñiga sobre los movimientos ingleses en sus colonias de Norteamérica, que chocaban con los españoles en la explotación del Nuevo Mundo.
[2] En este aspecto, Velasco envió a su rey detallados mapas de las posesiones británicas en Norteamérica, por lo que se cree que contaba con eficientes servicios de espionaje.
Los principales motivos eran los problemas financieros, las graves diferencias religiosas y la competencia mercantil.
En 1618, y como agradecimiento a los servicios prestados, el rey Felipe III le nombró I Conde de Revilla.
Falleció en 1620, dejando como sucesor a su hijo Pedro Fernández de Velasco, que llegaría a ser corregidor de Madrid.