[2][3] En su conjunto destaca la mal llamada alfarería femenina, representada en Canarias por las loceras.También se advierte la personalidad tipológica de piezas como el bernegal, el gánigo o el tofio.[7] En Fuerteventura y La Palma se desarrolló un modelo de alfar trashumante, encarnado en las loceras majoreras que se desplazaban de un caserío al siguiente, armando las barreras en cada parada y creando las piezas por encargo directo.[17] Seseña anota la existencia de siete alfares en La Gomera desaparecidos en el transcurso del siglo veinte: Alajeró, Arure, Benchijigua, Chipude, El Gato, Erque y La Fortaleza.El foco más activo e importante ha sido El Cercado, donde se han documentado cinco talleres de loceras, desarrollando técnicas precolombinas.