Fue apropiado ilegalmente por una pareja, que le puso el nombre de Alejandro Adrián Rei.
Desde muy chico empezó a trabajar, y también comenzó su militancia social; tenía mucha formación política, era un gran autodidacta.
Se casó con Alicia Rabinovich, con quien tuvieron dos hijos: Fernando y Abel (que son medio hermanos de Alejandro Sandoval).
Cuando terminó la secundaria, en 1974, Liliana empezó a trabajar en la fábrica Wella, donde desarrolló su militancia sindical.
Liliana era una joven muy creativa a la que le gustaba leer, escuchar música, tocar la guitarra, actuar y bailar.
[1] Liliana y Pedro se conocieron en un bar de Hurlingham[cita requerida] (que más tarde ―por casualidad― sería visitado continuamente por Alejandro en su adolescencia, mientras estudiaba en la escuela secundaria).
[7] El padre fue trasladado en varias ocasiones desde ese centro clandestino hacia otros campos de concentración que existieron en la Argentina entre 1976 y 1983.
En el año 1978 estaba destinado en la sede del I Cuerpo ―en Campo de Mayo―.
[8] Esta pareja se presentó en el Regimiento Patricios ―conocido como «El Maldonadito»―,[9] donde cumplieron varios requisitos: un «informe ambiental» de adopción legal (que exigía que los padres tuvieran casa propia, pertenecieran a las fuerzas armadas, fueran católicos y estuvieran casados por iglesia) y la entrega de una suma de dinero.
A la esposa de Rei no le gustaban los recién nacidos, por lo que optó solo por Alejandro.
En el año 2010, Alejandro diría: «Ellos decían que habían hecho una adopción, pero en realidad era como nos robaban a nosotros».
Siempre odió al hermano de su apropiador, a quien durante muchos años supuso como tío biológico, un militar del Batallón 601, que estuvo en el campo de concentración La Perla, en el que posiblemente estuvo desaparecido su padre.
[8] Su esposa ha sido declarada insana mental por la Justicia y permanece en su domicilio a disposición del tribunal.
Un mes después leyó en el diario el nombre de Rei y entendió que había una causa y que Rei estaba detenido en Campo de Mayo.
Meses después, Rei lo llamó desde su detención para avisarle que «se venía un allanamiento en 48 horas».
Se quedó tranquilo porque no tomaron la de la cama, sino una del placard, que había sido lavada en una lavandería.
Alejandro ha dicho que hasta el día de hoy no entiende ese argumento ilógico.
Aquel resultado confirmó nuevamente los datos: «Fue ahí cuando pude cerrar ese manto de dudas para saber si era o no, un manto de dudas que esta persona [su apropiador Víctor Rei] generó en todos nosotros».