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Originalmente representaba el sonido oclusiva glotal, aunque más tarde comenzó a usarse también como mater lectionis con diferentes valores vocálicos.

De esta letra derivan la 'ālaph siríaca (ܐ), la álef hebrea (א), la ʾalif árabe (ا), la alfa griega (Α),[1]​ la A latina[2]​ y la А cirílica.

El término ʾalp parece derivar del vocablo semítico occidental que significaba «buey».

[3]​ Es posible que se utilizara en numeración para representar el valor 1, aunque este uso solo está atestiguado en unas monedas alejandrinas de Sidón.

[4]​ Como otros caracteres protosinaíticos se especula que el proceso de creación comenzaría por la selección de un jeroglífico basado en el reconocimiento pictórico del objeto representado por el signo (la cabeza de buey), asignar al signo un nombre semítico (ʾālep, que significa «buey»), extraer un sonido del nombre utilizando el principio acrofónico (ʾ) y, por último, asignar el sonido a la imagen.

De hecho en algunos idiomas modernos como en hebreo y siriaco, el arranque glotal representado en sus alfabetos por la letra equivalente denota la ausencia de una verdadera consonante, aunque una oclusiva glotal ([ʔ]), que sí es una consonante verdadera, típicamente aparece como alófono.

Mientras en la lengua fenicia este sonido /ʔ/ estaba presente, en idioma neopúnico este fonema dejó de pronunciarse y esta letra se utilizó como mater lectionis para indicar cualquier vocal, especialmente [o] y [a].

En alfabeto árabe el nombre de esta letra se escribe ألف, pronunciado álif.

Esto supuso muchos errores ortográficos, cosa que hizo que este segundo uso se asignara a una nueva letra: el hamza (ء), pasando a hacer el álif las funciones de apoyo de esta última y otros signos.

ʾalp
ʾalp
ʾalp
ʾalp
El álif en su forma aislada
El álif en su forma aislada