Al inicio, el prelado pretendía un monasterio de carmelitas descalzas, pero al no haber podido hacerlo, llamó un grupo de canonesa de San Agustín y dio vida al primero monasterio de agustinas descalzas.
[2] Luego del Concilio Vaticano II, a causa de las crisis de vocaciones que afectaron a la mayoría de los institutos religiosos, las Agustinas descalzas han tenido que ir cerrando sus monasterios.
Los últimos en hacerlo fueron los de Valencia (2009) y Alcoy (2013).
[4] Las monjas agustinas descalzas se dedican a la vida contemplativa, observan la clausura papal y viven según la espiritualidad de la Regla de San Agustín, adaptada a los tiempos modernos por sus Constituciones aprobadas por la Santa Sede.
El instituto hace parte de la Orden de los Agustinos Recoletos y junto a las monjas agustinas recoletas forman la llamada Segunda Orden.