Todo este perímetro estaba amurallado, hecho que imposibilitó la expansión de la ciudad extramuros.
La nueva división territorial se hizo conforme a las jurisdicciones parroquiales, con lo cual las diversas entidades del llano pasaron a ser municipios independientes, hecho que se consumó con la nueva organización administrativa local basada en ayuntamientos aprobada con la Constitución de Cádiz de 1812.
Comenzó entonces un fuerte clamor popular, liderado por Pedro Felipe Monlau, quien en 1841 publicó la memoria ¡Abajo las murallas!, en la que defendía su destrucción para evitar enfermedades y epidemias.
[12] En 1889 Barcelona se anexionó unos terrenos más de Gracia, en la ubicación prevista para la construcción del Hospital Clínico y Provincial.
[12] Por otro lado, en 1890 Sarriá se anexionó Vallvidrera, con lo que esta acabó más tarde perteneciendo a Barcelona con la agregación del término sarriense.
Otro factor clave fue el proceso desindustrializador sufrido por la ciudad durante la primera mitad del siglo XIX, en que la mayor parte de las fábricas se trasladaron a Sants, San Andrés o San Martín.
14 concejales de estos municipios pasaron al ayuntamiento barcelonés, que ya tenía 35.
El proyecto se realizó tan solo parcialmente, y en 1917 se reformuló con el llamado Plan Romeu-Porcel; sin embargo, lo innovador de sus ideas dejó una profunda huella e inspiró el urbanismo barcelonés durante gran parte del siglo.
[18] La actual división administrativa de la ciudad, efectuada en 1984, se basa en buena medida en los antiguos municipios.
La división se estableció en diez distritos, establecidos buscando el máximo respeto a su identidad histórica y morfológica, pero procurando también una delimitación práctica y funcional, que garantizase a los vecinos una amplia cobertura asistencial.