Fue construido entre 1896 y 1902 por el arquitecto Enric Sagnier i Villavecchia en colaboración con Pere Garcia Fària, con planta en forma de H, siguiendo el habitual estilo ecléctico del autor, si bien años más tarde se volverá modernista.Estas profundas transformaciones urbanas y modernizaciones llevaron a pensar al gobierno que la antigua aduana, de finales del siglo XVIII, se había vuelto insuficiente y poco moderna para cumplir con las necesidades del gran comercio que experimentaba Barcelona.[4] El encargo se formuló en 1890, pero el proyecto recién se aprobó en 1895, puesto que fue largamente discutido entre el poder local y central, ya que al ser un edificio público, el proyecto es supervisado por el Estado y debía ser aprobado por la Real Academia de San Fernando en Madrid.Además, su estilo ecléctico pero con composiciones clasicistas había gustado en el caso del Palacio de Justicia.[5] Sin embargo, este procedimiento que podía parecer eficiente, nunca se llevó a cabo de esta forma, puesto que los trámites burocráticos en realidad eran mucho más lentos y complejos.Por otro lado, al centro de la nave hay un cuerpo central, que conecta a los dos largos volúmenes, es más alto y tiene una gran ventanal de doble altura que permite jerarquizar el centro del edificio y fortalecer su simetría.Está flanqueada por dos volúmenes de dobles columnas jónicas que sobresalen un poco con relación al resto, destacando la parte central en la composición.Todo el edificio presenta, igual que el resto de obras de esta etapa del arquitecto, un retorno a las líneas clásicas y más academicistas,[10] como es la simetría, la orden jerárquica que destaca el centro, una composición monumental y alargada, coronamientos escultóricos, niveles bien definidos y diferenciados, planta baja con almohadillado, ventanas con frontones, entre otros.Esto se explica ya que, al ser un edificio público, generalmente se solía asociar con la arquitectura clásica, puesto que el uso del orden, la simetría, la sobriedad daban un carácter solemne e imponente a edificios gubernamentales.Hay sótanos debajo del edificio, almacenes aduaneros en la parte trasera, y en el cuerpo de la fachada principal encontramos un gran vestíbulo a la entrada, seguido por almacenes, luego un primer piso con oficinas administrativas, y un segundo piso pensado originalmente como una vivienda para los funcionarios que tengan que hacer turnos nocturnos en la Aduana.[8] Algunas crónicas de la época criticaron al edificio por sus esculturas desproporcionadas con respecto al conjunto, llegando a verse exagerado, o al hecho de que no tienen verdadera relación con la función del edificio,[3] mientras que otros lo describieron como bello y elegante, celebrando la relación entre utilidad y estética para un edificio de aduanas.Aun así hoy en día es un edificio valorado y reconocido como BCIL en términos patrimoniales.
Parte trasera de la Aduana
Fachada principal de la Aduana
Detalle de uno de los leones alados de la fachada principal