Adolfo Jiménez Castellanos

Queda viudo con sus seis hijos y pasa nueve años al cargo de la Sección de Campaña del Ministerio de la Guerra, en Madrid, hasta 1895 en que, comenzada en la isla la guerra de independencia cubana, el capitán general, Arsenio Martínez Campos, le requiere a sus inmediatas órdenes por su calidad de estratega, el gran conocimiento que tiene de la isla y la veteranía y experiencia que acumula en las guerras mambisas y sus famosas campañas circulares.

Con la intervención americana en el conflicto, se suceden las batallas terrestres en Santiago, el hundimiento de la escuadra de Cervera en esta bahía y la rendición española.

Liquida lo posible, paga cuanto puede y su prioridad es el soldado.

Es el presidente español de la Comisión de Evacuación y frena las prisas americanas por hacerse con el Gobierno, pues quiere dejar resuelto lo más posible y que las tropas no embarquen hacinadas.

Es el teniente general más joven del Ejército español y ostenta, sucesivamente, el mando de las Capitanías de Castilla la Nueva y Extremadura, Castilla la Nueva, Galicia, Castilla la Vieja y Valencia, hasta 1910 en que es nombrado consejero del Consejo Supremo de Guerra y Marina.