Sallal nació en 1917 en Shaasan, una localidad a 20 kilómetros al sureste de la capital habitada por la tribu Sanhan.[2] Más tarde, Sallal se desplazaría a Saná, donde al poco tiempo de llegar fallecería su padre, Yahya.[1] En 1936, cuando apenas tenía 19 años, Sallal fue reclutado por el Ejército real yemení para recibir entrenamiento militar en la Academia Militar de Bagdad, Irak,[3] donde se graduaría dos años más tarde con el rango de teniente segundo.En particular, Yahya se apoyaba en un Ejército regular organizado por antiguos oficiales otomanos y yemeníes formados en la propia capital del Imperio.[4] Frente a la vieja guardia que respaldaba a Yahya, en algún punto durante su estancia en Irak Sallal se integró en un grupo de militares reformistas de las clases medias y populares autodenominados Oficiales Libres,[1] la misma nomenclatura que Nasser usaría en Egipto.Su vinculación con esta organización provocó que nada más volver a Yemen, en 1939, Sallal fuera arrestado[3] por los partidarios de la monarquía, cuando apenas tenía 22 años.[1] Al igual que su padre, el rey Ahmad fue descrito como una figura "autoritaria" y "arbitraria".[6] Sin embargo, la necesidad de encontrar aliados internacionales con los que protegerse de la presencia británica en Adén, le obligó a buscar un acercamiento tanto con la Unión Soviética como con Nasser en Egipto, una política exterior pragmática que se tradujo en reformas en el país.[8] Durante 1959 a 1961, Yemen se integró en los Estados Árabes Unidos, de los que también formarían parte Egipto y Siria.[7] Badr utilizó esta coyuntura para iniciar un programa de reformas todavía más ambiciosas, que sin embargo fueron inmediatamente deshechas por Ahmad en cuanto regresó a Yemen.[1][3] Sin embargo, Sallal no se mantuvo al margen de las intrigas palaciegas, y fue precisamente en ese periodo en el que sería contactado por la inteligencia egipcia.Nasser se encontraba en plena búsqueda de aliados con los que exportar su modelo político panarabista al resto del mundo árabe.Ahmad recibió tres disparos y quedó en estado prácticamente vegativo, lo que aumentó el poder del príncipe Badr.Los antiguos aliados y simpatizantes de Nasser rechazaban una política panárabe que pasaba por la subordinación casi total a los intereses segipcios.El uso de napalm y armas químicas (fosfeno, gas mostaza, cloruro)[2] por parte del Ejército egipcio contra la resistencia monárquica solo haría que ésta ganara más adeptos, convirtiendo a Sallal en una figura impopular.A nivel internacional, estos presuntos ataques contra la población civil le acabarían costando, en 1967, el reconocimiento de países como Jordania y Túnez.En la misma línea, el gobierno tunecino revocó su reconocimiento en respuesta a "las atrocidades de las fuerzas expedicionarias egipcias en Yemen cometidas con la connivencia del presidente Sallal".Sin embargo, y a pesar de que la URSS sí dio apoyo financiero al gobierno de Sallal, nunca quiso inmiscuirse demasiado en el plano militar por miedo a enemistarse con Nasser, que seguiría siendo el líder internacional con mayor influencia en Yemen del Norte.Ya de vuelta en Yemen, Sallal respondió negativamente al acuerdo intentando crear un gobierno militar, un plan que fue frustrado por El Cairo.La esclavitud seguía legalmente reconocida, los opositores del imam eran frecuentemente decapitados, y no existía en el país ni una sola fábrica o universidad.La única carretera pavimentada en todo Yemen del Norte era la que unía Saná con el puerto de Hodeida.
Sallal aclamado por los ciudadanos de Saná a los pocos meses de su ascenso al poder, en noviembre de 1962.
Sallal durante un desfile militar en Saná en marzo de 1963.
Un partidario del presidente Sallal.
Sallal y Nasser durante la visita del presidente egipcio a Saná en abril de 1964.
Fotografías descolgadas de Muhammad al-Badr, último imam zaidí de Yemen, tras su deposición en 1962.