[1] A lo largo del siglo XVIII y la primera parte del siglo XIX la situación sanitaria y social de la población de Barcelona se había ido volviendo asfixiante.
La muralla medieval, que había permitido a la ciudad resistir siete asedios entre 1641 y 1714, representaba ahora un freno para la expansión de la urbe.
[6] En 1844 Jaime Balmes se sumó a las protestas, desde las páginas de La Sociedad, contradiciendo las teorías del valor estratégico militar defendido por el general Narváez.
Este empréstito, apoyado en una utilización oportunista del suelo liberado para aportar una financiación municipal excepcional, llevaría a un enfrentamiento jurídico entre el Ayuntamiento y el Ministerio de la Guerra.
Rovira se implicaría mucho en las propuestas de crecimiento posteriores al derribo y presentó un proyecto de ensanche que, pese a resultar ganador, no se ejecutaría nunca, en favor del Plan Cerdá .