[1][2] La Nueva Traducción Viviente (TB) divide este capítulo: El bautizado, mediante la fe en Jesucristo, se convierte en hijo de Dios.8, suelen relacionar estas palabras con los sacramentos, explicando que en ellos la gracia de Dios se hace presente en el interior del alma y se manifiesta externamente a través de los signos visibles.El autor sagrado refuerza la confianza en la oración y urge a la necesidad de orar por los pecadores.Jesucristo, Dios y hombre verdadero, es también la vida eterna, porque sólo en Él podemos alcanzarla.En las palabras finales, Juan exhorta a considerar la grandeza de la filiación divina:
Extracto de la
Primera Epístola de Juan
en el
Papiro 9
.