[1][2] La Nueva Traducción Viviente (TB) divide este capítulo: Creer en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana.Esta segunda parte del capítulo tiene el contenido fundamental de las enseñanzas de Juan el Evangelista y por esta razón se ha transcrito completo: El hilo de la argumentación es el siguiente: Dios es amor y es quien nos ha amado primero (vv. 7-10); el amor fraterno es la respuesta obligada al amor de Dios (vv. 11-16); cuando hay amor perfecto no hay temor (vv. 17-18); el amor fraterno es manifestación del amor de Dios (vv. 19-21).El tema central de la carta se resume en la expresión «Dios es amor» (vv. 8.16).Apoyado en ese amor el cristiano puede superar todo temor (v.Clemente de Alejandría recoge de la tradición cristiana una hermosa sentencia: Ver a tu hermano es ver a Dios[10] Y San Juan Clímaco escribe: «No se entiende el amor a Dios si no lleva consigo el amor al prójimo.
Extracto de la
Primera Epístola de Juan
en el
Papiro 9
.