El personaje principal que da nombre a la obra es una especie de Trotaconventos o Celestina criolla.Don Alejo, un hombre maduro, falso y petulante, quiere casarse con la joven Juliana.Pero ella está enamorada del joven Manuel, que cuenta inicialmente con el apoyo de don Jesús.Las discusiones entre ambos son muy constantes, lo que alimenta Ña Catita con sus múltiples enredos y chismes.Don Alejo deslumbra a doña Rufina con su excesiva palabrería y rebuscados gestos; le convence de que tiene una buena posición social, fortuna y una excelente educación, que lo hacía un buen partido.Doña Rufina, arrepentida y avergonzada pide perdón a su hija por tratar de obligarla a casarse con quien no amaba, y se reconcilia con su esposo, prometiendo que en adelante sería una buena esposa.Es así como Juliana se libera de contraer matrimonio con quien no quiere, y puede finalmente ser feliz junto al joven Manuel quien ama.Por entonces, el lenguaje literario castellano se había tornado pobre y descolorido, al mantenerse dentro de los cánones vigentes.Al lector no advertido del siglo XXI le sorprenderá sin duda encontrar en los diálogos de Ña Catita expresiones populares de actual uso cotidiano («hacerse el sueco», «váyase a freír monos», etc.).
Plaza mayor de Lima con típicos habitantes de la ciudad, hacia 1843. Óleo de
Juan Mauricio Rugendas
Una vista de la ciudad de Lima a principios de la República.