Después de apretar con el dedo sobre la quemadura, esa zona se queda blanca durante un tiempo hasta que vuelve a su estado anterior.
[1] Los fluidos de los compartimentos intravascular y extravascular se intercambian fácilmente para mantener el equilibrio indicado.
Hay dos vías por las cuales el fluido retorna a la sangre: El edema se forma cuando se produce una secreción excesiva de líquido hacia el espacio intersticial o cuando este no se recupera de forma correcta, bien por problemas de reabsorción o por problemas linfáticos.
Hay siete factores que pueden contribuir a la formación de edema:[3] Una presión hidrostática elevada a menudo refleja un aumento en la retención de agua y sodio por los riñones.
Esto último tiene dos efectos: permite al agua fluir con más libertad y reduce la diferencia de presión oncótica, al permitir a las proteínas salir del vaso con más facilidad.
El edema puede ser generalizado (anasarca) en caso de síndrome nefrótico (oliguria, hipoalbuminemia, de origen crónica, y proteinuria), glomerulonefritis secundaria (lupus eritematoso sistémico, diabetes mellitus, gota, amiloidosis) o localizado: También denominado sistémico, que cuando es intenso provoca una hinchazón difusa de todos los tejidos y órganos del cuerpo, especialmente el tejido celular subcutáneo, llamándose entonces anasarca.
Se considera que estas patologías explican la aparición de edema, aunque la situación podría ser más compleja.
[5] En estos casos, se puede producir edema en múltiples órganos y en los miembros periféricos.
El edema localizado se debe principalmente a la disminución de la circulación linfática y al aumento de la presión venosa en el segmento afectado, bien por obstrucción o bloqueo linfáticos, en el primer caso; o por obstrucción (debida a la presencia de un trombo, por ejemplo) o compresión de uno o varios troncos venosos correspondientes a un segmento del cuerpo.