No fue sino hasta siglos siguientes que se desarrolló un mejor entendimiento del ciclo de la enfermedad.En 1866, Timothy Lewis, trabajando sobre la obra de Jean-Nicolas Demarquay y Otto Henry Wucherer, hizo la conexión entre microfilaria y elefantiasis, estableciendo el curso investigativo que por último llevó a la explicación de la parasitosis.Poco después, en 1876, Joseph Bancroft descubrió la forma adulta del gusano, y finalmente en 1877, el ciclo de vida, incluyendo el artrópodo vector, el cual fue teorizado por Patrick Manson, quien procedió a demostrar la presencia del gusano en los mosquitos.Manson, incorrectamente hipotetizó que la enfermedad se transmitía por contacto con la piel y el agua en donde los mosquitos depositaban sus huevos.[3] En estas áreas endémicas del mundo, por ejemplo, Malaipea en Indonesia, hasta un 54% de la población puede que tenga microfilarias en su sangre.Paulatinamente, la reacción inflamatoria localizada alrededor del gusano adulto se vuelve fibrótico, envolviendo a los vermes en una cápsula cicatrizante.Este tejido esclerosante tiene particular importancia en la filariasis linfática, causando obstrucción que conlleva a los síntomas y signos de la elefantiasis.[3] La hembra produce microfilarias que penetran en el torrente sanguíneo entre 10 p. m. y 2 a. m. Este fenómeno se denomina periodicidad nocturna y corresponde con la hora de máxima actividad de los mosquitos que sirven como transmisores, tales como Aedes, Anopheles, Culex o Mansonia.La repetida exposición al parásito en zonas endémicas termina por provocar una infección grave con inflamaciones notorias que evolucionan hasta convertirse en linfedemas y fibrosis con una fase final denominada «elefantiasis» de las extremidades inferiores y los genitales.Brugia malayi es similar a la anterior, pero la enfermedad es menos severa y puede afectar las extremidades superiores.El tratamiento de la filariasis se hace con un antihelmíntico como Albendazol, que para conseguir la curación debe ser administrado simultáneamente con Ivermectina o con dietilcarbamazina para eliminar las microfilarias o larvas, en las patologías en que estas se presentan.Ninguno de los fármacos consigue eliminar los gusanos adultos y si el nivel de microfilarias en sangre es elevado, pueden producirse reacciones inmunológicas severas, por lo que el tratamiento se asocia a antihistamínicos, antipiréticos e incluso corticoides.Para los parásitos que migran a través del ojo se puede utilizar la cirugía para su extirpación.Además, la administración semianual en masa de ivermectina parece estar interrumpiendo la transmisión.La profilaxis o prevención de estas parasitosis se basa en evitar la picadura del insecto vector empleando repelentes e insecticidas, cubriéndose el cuerpo con ropa, protegiendo las casas con mallas metálicas y destruyendo, si es posible, las zonas de reproducción del insecto.