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Primer franquismo

Moneda de 5 pesetas acuñada en 1949. En el anverso figura la efigie del general Franco con la inscripción Francisco Franco Caudillo de España por la G. [Gracia] de Dios. En el reverso figura el nuevo escudo de España.

El primer franquismo (1939-1959) fue la primera etapa de la historia de la dictadura del general Francisco Franco , comprendida entre el fin de la Guerra Civil Española y el abandono de la política económica autárquica con la aplicación del Plan de Estabilización de 1959 , que dio paso al franquismo desarrollista o segundo franquismo, que se prolongó hasta la muerte del Generalísimo . Suele dividirse en tres subetapas: la primera de 1939 a 1945, que corresponde a la Segunda Guerra Mundial y durante la cual el régimen franquista sufrió un proceso de fascistización ya iniciado durante la guerra civil para asemejarse a la Alemania nazi y, sobre todo, a la Italia fascista , y que fue abortado por la derrota de las potencias del Eje ; la segunda subetapa, de 1945 a 1950, fue el periodo más crítico de la historia de la dictadura franquista por el aislamiento internacional y la ofensiva de la oposición, pero los cambios "cosméticos" que introdujo y sobre todo el estallido de la Guerra Fría acabaron por reintegrarla al bloque occidental anticomunista ; la tercera etapa, de 1951 a 1959 , ha sido también llamada decenio bisagra [1] por ser un periodo intermedio entre el estancamiento de los " autárquicos " años cuarenta y los "desarrollistas" años sesenta, y ha sido caracterizada también como el periodo del "esplendor del nacionalcatolicismo ".

La represión franquista en la posguerra

Leyes represivas y número de víctimas

Al final de la guerra civil había 100.292 personas en prisión, ocho veces más que en 1934, aunque esta cifra no incluye a los aproximadamente 400.000 soldados del ejército republicano que habían sido hechos prisioneros en las últimas semanas de la guerra. A finales de 1939 la cifra casi se había triplicado hasta llegar a 270.719. [2] La mayoría de ellos servían como mano de obra gratuita para el régimen. [3] En los años siguientes la población penitenciaria disminuyó hasta alcanzar 54.072 a finales de 1944, aunque todavía lejos de las cifras de los años anteriores a la guerra civil. [4]

Un decreto emitido por el general Franco el 9 de junio de 1939 estableció la reducción de los años de prisión a cambio de trabajar en determinadas obras. Así nacieron en septiembre las colonias penitenciarias militarizadas , la más importante de las cuales fue la organizada para la construcción del Valle de los Caídos , decretada el 1 de abril de 1940, primer aniversario de la victoria franquista en la guerra civil. [5]

En la posguerra, los tribunales militares siguieron siendo el principal instrumento de represión, pues el estado de guerra proclamado por la Junta de Defensa Nacional el 28 de julio de 1936 se mantuvo hasta mucho después de finalizada la guerra civil (fue levantado el 7 de abril de 1948). [4] Según Stanley G. Payne , «el número total de ejecuciones políticas durante los seis primeros años de posguerra, 1939-1945, fue de al menos 28.000», siendo los «años más sangrientos» 1939 y 1940. [5] Borja de Riquer eleva la cifra a 45.000-50.000 ejecutados en toda la posguerra. [6]

Para justificar la represión, nada más terminar la guerra se hizo público el Informe de la Comisión sobre la ilegitimidad de los poderes actuantes el 18 de julio de 1936 , que había sido encargado por el general Franco a veintidós juristas con el fin de garantizar «que el Alzamiento del 18 de julio no había sido un alzamiento para cambiar un régimen político en vigor, sino una acción encaminada a restablecer la legitimidad que había sido destruida». El primer argumento que esgrimió fue que el resultado de las elecciones generales españolas de 1936 había sido falsificado «con el fin de aumentar arbitrariamente los escaños de la izquierda a costa de la derecha». [7]

Escudo de la Policía Armada , creado en 1941.

La jurisdicción militar se complementó con una jurisdicción civil especial —se establecieron juzgados en las regiones más importantes y una Audiencia Nacional en Madrid— que conocería de los casos establecidos en la Ley de Responsabilidades Políticas promulgada por el general Franco el 9 de febrero de 1939, dos meses antes del fin de la guerra. La ley condenaba automáticamente a todos los miembros de los partidos republicanos y de izquierdas que hubieran apoyado la causa de la República, así como a todos los que hubieran apoyado al bando republicano e incluso a los que hubieran mostrado «grave pasividad» respecto del bando nacionalista . La pertenencia a la masonería suponía también la condena inmediata. Las penas establecidas en la ley iban desde los seis meses hasta los quince años de prisión, junto con penas de restricción de actividades profesionales, limitación de residencia, destierro a las colonias africanas o arresto domiciliario . Estas penas se complementaban con sanciones económicas que iban desde las multas hasta la confiscación de bienes. [4]

Prisión de Carabanchel (Madrid).
Prisión Modelo de Barcelona .

La Ley de Responsabilidades Políticas se completó con la Ley para la Represión de la Masonería y el Comunismo, llamada así porque se consideraba a la masonería (una obsesión personal del general Franco) como la instigadora de la “subversión” que había sufrido España y al “comunismo” (término que englobaba a las organizaciones obreras y partidos de todas las tendencias) como el principal enemigo de España. [5] “El primer artículo de la ley es suficientemente ilustrativo del extraordinario alcance punitivo que se le concedía a su aplicación” ya que “prácticamente cualquier conducta heterodoxa podía caer en el ámbito de una política represiva”: [8]

Constituye figura de delito, castigado de acuerdo con lo dispuesto en la presente Ley, la pertenencia a la masonería , al comunismo y a las demás asociaciones clandestinas a que se refieren los artículos siguientes. El Gobierno podrá añadir a dichas organizaciones las ramas o núcleos auxiliares que estime necesarios y aplicarles las mismas disposiciones de esta Ley, debidamente aceptadas.

La ley fue promulgada el 1 de marzo de 1940. En ella “se acusaba directamente a la masonería de la pérdida de los reinos americanos , de las guerras civiles del siglo XIX, de la caída de la Monarquía y de colaboración con el comunismo para la instauración en España de la dictadura soviética”. Además, en virtud de la ley “muchos masones que se encontraban en libertad condicional, por falta de pruebas de actividades políticas, fueron nuevamente encarcelados, juzgados y condenados”. [9] La persecución contra la masonería había comenzado nada más comenzar la guerra, y al finalizar la misma se creó el Servicio especial de Información antimasónica, cuyos agentes durante muchos años entregaron informes y documentos secretos al general Franco. [10]

Muralla del castillo de Montjuïc donde fue fusilado el presidente Companys el 15 de octubre de 1940.

Stanley Payne niega que la represión de posguerra constituyera un programa de “liquidación masiva”, aunque reconoce que si bien “los casos se decidieron de forma individual”, “se les aplicó un criterio general en cuanto al nivel de responsabilidad en los partidos políticos republicanos y los movimientos sindicales”. [4]

Durante su visita a España en octubre de 1940, el jefe de las SS Himmler quedó desconcertado por la magnitud de la represión que aún se estaba produciendo en España un año y medio después del fin de la guerra civil. Su visita coincidió con el juicio marcial sumarísimo contra destacados dirigentes republicanos, refugiados en Francia, que habían sido entregados a Franco por la Gestapo ( Julián Zugazagoitia , Francisco Cruz Salido, Teodomiro Menéndez , Cipriano Rivas Cherif , Carlos Montilla Escudero y Miguel Salvador; todos menos uno, Menéndez, fueron condenados a muerte. Una semana antes había sido condenado y ejecutado Lluís Companys y el 9 de noviembre le tocó el turno a Julián Zugazagoitia). [11]

Exaltación de los vencedores y política hacia los vencidos

Franco no hizo ningún intento de reconciliación con los vencidos. “Nunca, de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia, Franco tuvo la menor duda de la legitimidad de su victoria: cuando hablaba de reconciliación, lo hacía siempre bajo el supuesto de que, abandonando los resentimientos, todos los españoles podían participar de los efectos de esa misma victoria”. [12] “El nuevo Estado español era una dictadura rigurosa y punitiva, decidida a llevar a cabo una contrarrevolución política y cultural, a anular cualquier signo de oposición y a establecer una firme dominación del bando vencedor”. [5]

Placa conmemorativa de los " Caídos por Dios y por la Patria", Iglesia de San Antonio ( Rafelbunyol , provincia de Valencia ).

En una entrevista concedida al periodista Manuel Aznar y publicada en el Diario Vasco el 1 de enero de 1939, cuando recién comenzaba la ofensiva en Cataluña , el general Franco explicó que la guerra civil había creado «un número excesivamente elevado de crímenes, que han de ser purgados para que quienes los cometieron puedan reintegrarse en la sociedad. Pero no la amnistía : los «criminales tozudos» no deben volver. El arrepentimiento es la condición indispensable» y anunció el establecimiento de medios que permitieran la rápida redención de los condenados. [13] Esta misma idea de que no habría reconciliación con los vencidos (porque sería «un suicidio») volvió a repetirse el 31 de diciembre de 1939, en su primer mensaje radiofónico de fin de año (costumbre que mantendría durante toda su dictadura). [12]

La pastoral del cardenal primado Isidro Gomá «Lecciones de la guerra y deberes de la paz» publicada el 8 de agosto en el boletín de la archidiócesis de Toledo fue prohibida de difundir en el resto de medios de comunicación de la Iglesia y por la prensa escrita porque, entre otras razones, sugería el perdón a los vencidos, lo que indignó a Franco, que se empeñó en mantener «un espíritu de triunfalismo combativo». [14]

Al mismo tiempo que se negaba la reconciliación con los vencidos, se exaltaba a los vencedores. El 3 de abril de 1939, sólo dos días después de finalizar la guerra civil con la emisión del último parte de guerra, Radio Nacional de España difundía un mensaje del general Franco con el título «Conmemoración de los Caídos» (que también sería conocido como el discurso de las Tres Alertas ): [15]

Españoles, alerta. La paz no es un reposo cómodo y cobarde ante la Historia; la sangre de los caídos no consiente el olvido, la esterilidad ni la traición.

Españoles, alerta. Todas las antiguas bandas partidarias o sectarias han terminado para siempre; la rectitud de la justicia no se doblegará jamás ante el egoísmo privilegiado ni ante la rebelión criminal; el amor y la espada mantendrán, con la victoriosa unidad de mando, la eterna unidad española.

Españoles, estad alerta. España sigue en guerra contra cualquier enemigo del interior o del exterior, perpetuamente fiel a sus caídos, con el favor de Dios, sigue la marcha, Una, Grande y Libre, hacia su destino irrenunciable.

A principios de 1941, el fascista Ernesto Giménez Caballero , uno de los miembros más destacados del aparato de propaganda franquista, hizo la siguiente valoración de la victoria en la guerra civil: [16]

Hacía diez años, desde que terminó el gobierno de Primo de Rivera, que los españoles reclamaban del cielo un único regalo: la paz. La paz sin fusilamientos en las calles. Sin blasfemias. Sin rostros encolerizados. Sin masas alborotadas. Sin bancos asaltados. Sin sangre obrera en las cunetas. Sin uniformes y sotanas insultados. Y eso... ha llegado. Ha llegado en este año 1941 —bendito— que comienza.

Un decreto del 25 de agosto de 1939 reservó el 80 por ciento de los puestos de la Administración —que experimentó un rápido crecimiento— para los “combatientes” del “ bando nacional ” y para los civiles que habían hecho sacrificios especiales por la causa “nacional” o habían sufrido el “terror rojo”, así como para sus familiares. De esta manera, “se incorporaron personas con poca preparación, lo que se tradujo en altos niveles de incompetencia y, tal vez, fomentó la corrupción que invadió la administración durante el primer año de paz”. [17]

Valle de los Caídos .

El 21 de octubre, cuatro días después de instalarse en el Palacio de El Pardo , el general Franco anunció su gran proyecto de lo que sería conocido como el Valle de los Caídos . En plena sierra de Guadarrama se iba a construir una enorme cruz de 200 metros de altura, para que fuera visible para todos los viajeros. [18] El 1 de abril de 1940, primer aniversario de la victoria en la guerra, se dictó el decreto para erigir este monumento a los caídos del bando nacional. Fue leído por el coronel Valentín Galarza , subsecretario de la presidencia del gobierno, en el mismo lugar donde debía ser erigido ante los miembros del gobierno, jefes de Falange, generales y el cuerpo diplomático que había acudido allí encabezado por el general Franco tras el desfile de la Victoria. En el preámbulo se decía: [19]

La dimensión de nuestra Cruzada , los heroicos sacrificios que la victoria encierra y la trascendencia que esta epopeya ha tenido para el devenir de España, no pueden perpetuarse con los sencillos monumentos con que se suele conmemorar en pueblos y ciudades los hechos salientes de nuestra historia y los episodios gloriosos de sus hijos. Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandiosidad de los monumentos antiguos, que desafíen el tiempo y el olvido...

Aula típica de una escuela durante el franquismo, presidida por un crucifijo y los retratos de Franco (a la derecha) y José Antonio Primo de Rivera (a la izquierda). Museo de Historia de Cataluña .

La obra fue encargada al arquitecto Pedro Muguruza , basándose en una idea del propio general Franco, que quería enlazar su época con la de los Reyes Católicos , Carlos V y Felipe II . «Al principio se previó que la obra duraría doce meses. A la larga, se prolongaría durante dos décadas y se convertiría, tras la caza, en la mayor obsesión privada de Franco». En su construcción se emplearon veinte mil prisioneros republicanos. [20]

El 20 de noviembre de 1939, tercer aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera , los restos del fundador de Falange Española , José Antonio Primo de Rivera, fueron trasladados a pie desde Alicante hasta el monasterio de El Escorial , a 500 kilómetros de distancia. "A pie, de noche y de día, con buen o mal tiempo, entre el 20 y el 30 de noviembre de 1939, los relevos pasaron de uno a otro el féretro, cubierto con la bandera rojinegra [de Falange], hasta depositarlo, provisionalmente [hasta que se terminara el Valle de los Caídos ], en el suelo de la nave principal de la basílica de El Escorial, frente al altar mayor". [21] «En la procesión participaron el Frente de Juventudes , la Sección Femenina , los sindicatos e incluso unidades del ejército regular. Grandes hogueras y oficios religiosos jalonaron el recorrido. Falangistas de todas las provincias se turnaron para portar el féretro. Cada relevo fue recibido con salvas de artillería y sonaron campanadas en todas las ciudades y pueblos de España. Maestros y profesores interrumpieron las clases en escuelas y universidades para alzar los brazos en el saludo fascista y gritar: «José Antonio ¡Presente!». Cuando el cortejo llegó a Madrid, fue recibido por altos mandos de los tres ejércitos y representantes de la Alemania nazi y de la Italia fascista . En el palacio de San Lorenzo de El Escorial , destacaron las monumentales coronas de flores ofrecidas por Hitler y Mussolini». [22] Al igual que los traslados de los cadáveres de los generales Sanjurjo y Goded, el del fundador de Falange, «sirvió para mantener vivos los odios de la Guerra Civil». [22]

En el último franquismo, algunos políticos franquistas que habían combatido en la Guerra Civil empezaron a reconocer que el trato dispensado a los vencidos tras la contienda había carecido de dignidad y generosidad. Fue el caso de Antonio Pedrosa Latas que en una entrevista al diario Informaciones en junio de 1975 (cuando aún vivía el general Franco ) se refirió a las propuestas de apoyo a los republicanos mutilados diciendo: “…para ser sincero he de añadir que se prolongó demasiado y pudo haber sido mejor. En efecto, ha pasado mucho tiempo desde aquel conflicto , cuando en mi opinión, una vez terminado, se debió haber dispensado un trato más digno y generoso a los vencidos”. [16] Como han señalado Jorge de Esteban y Luis López Guerra , "desde el final de la guerra, los mutilados del ejército republicano fueron oficialmente ignorados ("porque no se pueden equiparar a los defensores de la verdad con los defensores del error") y los intentos de remediar su situación fueron rechazados, si bien las propuestas de mejora, dentro del Régimen, han sido en el sentido de considerar a los mutilados como objeto de bienestar estatal y no como merecedores de un justo apoyo a sus servicios al Estado español desde el bando republicano , muchas veces por razones ideológicas, otras de disciplina o de mera coincidencia geográfica". [16]

En aquellos últimos años de la dictadura franquista, la Iglesia católica reconoció su responsabilidad en las consecuencias de la guerra civil, aunque el documento presentado en septiembre de 1971 en la Asamblea Mixta de Obispos y Sacerdotes no fue aprobado por falta de la mayoría necesaria de dos tercios (137 votos a favor frente a 78). Pidió perdón «porque no supimos ser verdaderos ministros de la reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos». La « Cruzada de Liberación », denominación oficial de la guerra civil que la Iglesia había promovido y adoptado en la Carta colectiva de los obispos españoles con motivo de la guerra de España de 1937 , había dado paso a la «guerra entre hermanos». [23] [24] No fue hasta abril de 1975 cuando la Conferencia Episcopal aprobó (por setenta votos a favor y once en contra) el documento La reconciliación en la Iglesia y en la sociedad. Carta Pastoral Colectiva del Episcopado Español en la que se afirma que en «nuestro país, el esfuerzo progresivo por la creación de estructuras e instituciones políticas adecuadas debe estar sostenido por la voluntad de superar los efectos nocivos de las luchas civiles que dividieron a los ciudadanos en vencedores y vencidos, y que constituyen todavía un grave obstáculo para una plena reconciliación entre hermanos». [24]

En conclusión, como ha señalado Javier Tusell , «Franco fue un dictador insensible a los sufrimientos de los vencidos, incapaz de liquidar una guerra civil y endiosado por la sincera creencia de que era un hombre providencial para su país». [25]

El franquismo de 1939 a 1945

Fondo

La fascismo durante la Guerra Civil (1936-1939)

El proceso de fascistización, es decir, la adopción de la ideología fascista y de sus formas específicas de organización política y social, siguiendo sobre todo el modelo de la Italia fascista , se inició en plena guerra civil. [26] Un primer paso fue la decisión del general Franco de unificar las fuerzas políticas de derechas que habían apoyado el levantamiento antirrepublicano , «bajo mi dirección, en una sola entidad política de carácter nacional, que de momento se llamará Falange Española Tradicionalista y de las JONS ». En el Decreto de Unificación de abril de 1937 se afirmaba que el «Gran Partido del Estado» se constituía, «como en otros países de régimen totalitario » —en referencia a la Italia fascista y a la Alemania nazi— , para servir de nexo «entre la Sociedad y el Estado» y difundir en él «las virtudes político-morales de servicio, jerarquía y fraternidad». Así, los símbolos del nuevo partido único eran los del fascismo falangista —el saludo con brazo en alto y mano tendida , el emblema del « yugo y flechas », el canto del « Cara al Sol », el uniforme de camisa azul (aunque con la boina roja carlista )— y también sus principios doctrinales: los «26 puntos programáticos de Falange», excluyendo el 27, ya que decía: «Nosotros [los falangistas] nos esforzaremos por triunfar en la lucha sólo con las fuerzas sujetas a nuestra disciplina. Haremos pocos pactos. Sólo en el empuje final por la conquista del Estado gestionará el mando las colaboraciones necesarias, siempre que nuestro predominio esté asegurado», y ninguna de estas circunstancias eran las que se daban en 1937. [27]

Bandera de las FE-JONS adoptada por el "partido único" del franquismo FET-JONS creado por el Decreto de Unificación de abril de 1937.

Asimismo, entre los dirigentes del nuevo "partido único", predominaban los falangistas frente a los carlistas. En julio de 1937, el "Caudillo" reconocía en una entrevista que "la España nacionalista seguiría la estructura de los regímenes totalitarios, como Italia y Alemania", y así lo confirmaba la constitución en octubre de 1937 del Consejo Nacional de Falange —"imitación del Gran Consejo Fascista de Italia"—, cuyos 50 miembros eran designados por el Generalísimo . [28] [29]

El 30 de enero de 1938, el mismo día en que formó su primer gobierno , el Generalísimo promulgó la Ley de Administración Central del Estado que sancionaba el sistema de partido único « totalitario » que se estaba construyendo en la zona de la sublevación y le confería un poder prácticamente absoluto al establecer en uno de sus artículos que tenía «la suprema potestad de dictar normas jurídicas de interés general». Esta ley, junto con la que promulgó en agosto de 1939, constituyó el fundamento jurídico de su larga dictadura. [30]

Otro paso decisivo en el proceso de fascistización fue la aprobación el 6 de marzo de 1938 del Fuero del Trabajo , la primera « ley fundamental » del franquismo, en la que se evidenciaba la influencia de la « Carta del Lavoro » del fascismo italiano, promulgada por Mussolini en 1927. El Fuero del Trabajo, que dio nacimiento «oficial» al nacionalsindicalismo , incluía «una declaración de principios decididamente fascista»: [31]

Renovando la Tradición Católica, de justicia social y alto sentido humano que informó nuestra legislación del Imperio, del Estado, Nacional en cuanto instrumento totalitario al servicio de la integridad patriótica, y Sindicalista en cuanto representa una acción contra el capitalismo liberal y el materialismo marxista, emprende la tarea de encauzar con aire militar, constructivo y gravemente religioso la Revolución que España tiene pendiente y que ha de devolver a los españoles, de una vez por todas, la Patria, el Pan y la Justicia.

Además, desde el comienzo de la guerra civil, se produjo una íntima alianza entre la Iglesia católica y los sublevados, que se reflejaría en una colaboración recíproca para la consecución de sus respectivos intereses. Esto dará lugar a una ideología particular del régimen, el nacionalcatolicismo , con los consiguientes cambios en la zona sublevada, como la obligatoriedad de la religión en la enseñanza primaria y secundaria, o la imposición del crucifijo en institutos y universidades. El Generalísimo utilizó, por su parte, la fe católica para legitimar su Cruzada , y desde el final de la guerra fue obligatorio en las escuelas el Catecismo Patriótico Español del obispo Menéndez-Reigada (sin imprimatur , y con sus conocidas proclamas antisemitas y antidemocráticas) [32] ; según el socialista Juan Simeón Vidarte , también se modificó el catecismo del padre Ripalda, añadiendo al quinto mandamiento ( no matarás ) las siguientes palabras: a no ser que sean rojos, o enemigos del glorioso movimiento . [33]

Alineamiento con el Eje y aceleración de la fascistización (1939-1942)

El general Franco con el líder nazi Heinrich Himmler durante su visita a Madrid en 1940.

Tras el fin de la guerra civil, los vínculos con los regímenes fascistas se acentuaron y el proceso de fascistización se aceleró. El 7 de abril de 1939, sólo una semana después de emitirse el último informe de la Guerra Civil Española, el general Franco anunció su adhesión al Pacto Anti-Komintern firmado por Alemania, Italia y Japón, y poco después abandonó la Sociedad de Naciones . [29] [34]

El general Franco se instaló en el palacio de El Pardo "con toda la pompa y ceremonia digna de la realeza (incluida la exótica Guardia Mora )". En Burgos promulgó la Ley de 8 de agosto de 1939, de modificación de la organización de la Administración Central del Estado establecida por las de 30 de enero y 29 de diciembre de 1938 (BOE de 9 de agosto de 1939), que reafirmaba en su persona todos los poderes que había asumido en virtud del Decreto de la Junta de Defensa Nacional de 29 de septiembre de 1936 —como Jefe del Estado tenía "la suprema potestad para dictar normas jurídicas de carácter general" y ostentaba "permanentemente las funciones de gobierno" (artículo 7)—. Al día siguiente nombró su segundo gobierno , de nuevo formado por personalidades de todas las "familias" políticas de la coalición vencedora en la guerra civil, pero con la "influencia determinante" de los fascistas de Falange, ya que el "hombre fuerte" del gobierno era el "cuñado" Ramón Serrano Suñer , que acababa de ser nombrado por Franco Jefe de la Junta Política de FET y de las JONS y ostentaba además la cartera de Interior, el Ministerio clave, ya que controlaba toda la prensa y el aparato de propaganda. [35]

Cuando el 1 de septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial , el general Franco se vio obligado a proclamar la «más estricta neutralidad» de España debido a las precarias condiciones económicas que atravesaba el país tras una guerra civil que había terminado sólo cinco meses antes. [36] Pero las victorias alemanas sobre los Países Bajos, Bélgica y Francia en junio de 1940 y la entrada en la guerra de Italia del lado de Alemania —el día 10—, dieron un vuelco a la situación. Y así, el 13 de junio de 1940, cuando los alemanes se disponían a entrar en París, el general Franco abandonó la «estricta neutralidad» y se declaró «no beligerante», que era el estatus que había adoptado Italia antes de entrar en la guerra. Al día siguiente las tropas españolas ocuparon Tánger , ciudad internacional que quedó incorporada de facto al Protectorado español de Marruecos . [37]

Visita a Berlín del cuñadísimo Ramón Serrano Suñer , acompañado del general Antonio Sagardía , siendo recibido por Himmler.

El 23 de octubre de 1940, Franco y Hitler mantuvieron una reunión en Hendaya para intentar resolver las desavenencias sobre las condiciones españolas para su entrada en la guerra del lado de las potencias del Eje . Sin embargo, tras siete horas de encuentro Hitler seguía considerando desorbitadas las exigencias españolas: la devolución de Gibraltar (tras la derrota del Reino Unido); la cesión del Marruecos francés y de una parte de la Argelia francesa a España más el Camerún francés que se uniría a la colonia española de Guinea Ecuatorial ; el envío de suministros alemanes de alimentos, petróleo y armas para paliar la crítica situación económica y militar que sufría España. Así pues el único resultado de la entrevista fue la firma de un protocolo secreto en el que Franco se comprometía a entrar en la guerra en una fecha por él determinada y en el que Hitler sólo garantizaba vagamente que España recibiría "territorios en África". [38] [39] Otro resultado fue que, cuando Hitler inició la invasión de la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, el general Franco decidió enviar un contingente de soldados y oficiales voluntarios (unos 47.000 hombres), que sería conocido como la " División Azul " (por el color del uniforme falangista). [40] [41]

Desfile del Frente de Juventudes encabezadas por las banderas de España (con el escudo franquista ), de la Falange y de la Comunión Tradicionalista (1941).

Al compás de los éxitos militares del Eje, el régimen franquista aceleró su proceso de fascistización bajo la inspiración y dirección de Serrano Suñer —quien también acumuló el Ministerio de Asuntos Exteriores—: el aparato de propaganda del régimen se puso en manos del « partido único », interviniendo en la gestión de los medios de comunicación de la Iglesia y creando una extensa red de prensa y radio estatales y falangistas; el encuadramiento y la movilización social se puso en marcha a través de tres organizaciones sectoriales del partido (el Frente de Juventudes , el Sindicato Español Universitario (SEU) y la Sección Femenina , cuya finalidad era «formar mujeres con sentido cristiano y nacional-sindicalista»); Se creó un amplio entramado « nacionalsindicalista » denominado Organización Sindical Española (OSE), en el que todos los «productores» (patronales y obreros) estaban obligados a afiliarse bajo los principios de «verticalidad, unidad, totalidad y jerarquía» y que estaba dominado por la burocracia falangista —en palabras de uno de sus dirigentes falangistas: «los sindicatos verticales no son instrumentos de la lucha de clases. Éstos, por el contrario, sitúan como primera de sus aspiraciones, no la supresión de las clases, que siempre deben existir, sino su armonización y cooperación bajo el signo del interés general de la Patria»—. [42]

El 17 de julio de 1942, el general Franco promulgó su segunda « ley fundamental », la Ley Constitutiva de las Cortes, como «órgano superior de participación del pueblo español en la obra del Estado» y ámbito para «el contraste de opiniones, dentro de la unidad del régimen», pero que no tenía capacidad legislativa, sino meramente «consultiva». [43] Sin embargo, la reunión de las Cortes no se haría efectiva hasta febrero del año siguiente, cuando empezó a confirmarse el cambio de signo de la guerra mundial, tras la derrota nazi en la batalla de Stalingrado . [44]

Cese de la fascismo y retorno a la neutralidad (1942-1945)

El proceso de fascistización provocó serios temores entre los otros dos pilares del franquismo: la Iglesia católica y el Ejército. [45] Las tensiones con el « partido único » acabarían estallando en agosto de 1942 con el bombardeo de Begoña , que provocó una grave crisis política que el general Franco resolvió destituyendo al «cuñadísimo» Serrano Suñer. El 16 de agosto, un grupo de falangistas lanzó dos granadas contra la multitud que salía de una misa presidida por el general José Enrique Varela , ministro del Ejército, en la basílica de la Virgen de Begoña (en Bilbao ) en honor a los combatientes carlistas caídos durante la guerra civil. El alto mando militar encabezado por el propio Varela, secundado por el general Valentín Galarza , ministro del Interior, consideró el atentado como un «atentado al Ejército» por parte de Falange y exigió la destitución de Serrano Suñer —uno de los autores del atentado fue sometido a consejo de guerra y ejecutado—. El general Franco satisfizo esta demanda el 3 de septiembre y destituyó a Serrano (quien fue sustituido por el general realista Francisco Gómez-Jordana , que volvió a estar al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores), pero quiso dejar constancia de quién estaba en el poder, y al mismo tiempo destituyó a los dos generales, Varela y Galarza, que habían encabezado la petición, sustituyéndolos por dos militares leales a su jefatura. [46] [47]

En noviembre de 1942, tropas británicas y estadounidenses desembarcaron en el norte de África para desalojar al Afrika Korps de Rommel y a las tropas italianas. Para Franco era el fin de sus sueños imperiales y un posible riesgo de invasión por parte de los aliados dado su alineamiento con Alemania e Italia. [40] [48] A pesar de ello, el 7 de diciembre, primer aniversario del ataque japonés a Pearl Harbor , todavía pronunció un discurso fascista: "Estamos asistiendo al fin de una era y al comienzo de otra. El mundo liberal sucumbe, víctima del cáncer de sus propios errores, y con él se derrumba el imperialismo comercial, los capitalismos financieros y sus millones de desempleados (...) El destino de nuestra era se realizará, ya sea por la fórmula bárbara de un totalitarismo bolchevique , ya sea por la fórmula patriótica y espiritual que ofrece España, o por cualquier otro de los pueblos fascistas.... Se engañan, pues, quienes sueñan con la instauración en Occidente de Europa de sistemas demoliberales". [49]

Sin embargo, no fue hasta después de la caída de Mussolini en julio de 1943, tras el desembarco aliado en Sicilia, cuando el general Franco volvió a la "estricta neutralidad" contra su propia voluntad, como había confesado al embajador italiano en abril de 1943, en vísperas de la invasión angloamericana: "Mi corazón está con vosotros y deseo la victoria del Eje. Es en mi interés y en el interés de mi país, pero no podéis olvidar las dificultades que tengo que afrontar tanto en la esfera internacional como en la política interior". [50]

El abandono de la «no beligerancia» fue decretado por Franco el 1 de octubre de 1943, séptimo aniversario de su nombramiento por sus compañeros de armas como Generalísimo , y al mes siguiente ordenó la retirada de la «División Azul» del frente ruso y la paralización del proceso fascista. En noviembre de 1944, en una entrevista concedida a la agencia estadounidense United Press, Franco llegó a afirmar que su régimen había mantenido «una absoluta neutralidad durante la guerra, y que ésta no tenía nada que ver con el fascismo», ya que se trataba de una « democracia orgánica ». [51] Al mismo tiempo encargó al ministro de Justicia que elaborase un proyecto de una posible ley de derechos. [52]

Juan de Borbón , heredero legítimo del rey Alfonso XIII , que reclamó a Franco la restauración de la Monarquía cuando el curso de la Segunda Guerra Mundial cambió a favor de los Aliados.

El cambio de rumbo de la guerra supuso la crisis más grave que vivió el poder dictatorial del generalísimo Franco, ya que fue el momento de toda su dilatada existencia en el que más cerca estuvo de perder el poder. Todo comenzó en marzo de 1943 cuando don Juan de Borbón , tercer hijo y heredero legítimo del rey Alfonso XIII (fallecido en Roma el 28 de febrero de 1941) y que vivía exiliado en Lausana ( Suiza ), envió una carta al general Franco en la que le pedía que preparase «la rápida transición hacia la Restauración» de la Monarquía ante la previsible victoria aliada, advirtiéndole de los «gravísimos riesgos a que el actual régimen provisional e incierto expone a España». Franco tardó dos meses en responder y cuando lo hizo negó que su régimen fuese «provisional». Pero la caída de Mussolini en julio de 1943 y la capitulación de Italia ante los aliados dieron un nuevo impulso a la causa monárquica. El 8 de septiembre de 1943, el general Franco recibió una carta firmada por ocho de los doce tenientes generales en la que le pedían que considerara la restauración de la monarquía (sería la única vez en 39 años que la mayoría de los generales pedían a Franco la dimisión). Pero Franco no hizo la más mínima concesión y se limitó a esperar y a colocar en puestos clave a militares leales a él. [43]

En enero de 1944, una nueva petición de Don Juan en favor del «urgente tránsito del régimen falangista a la restauración monárquica», fue contestada muy duramente por Franco, recordando al pretendiente que «ni el régimen derrocó a la monarquía ni estaba obligado a restablecerla» y que la legitimidad de sus poderes excepcionales provenía de «haber alcanzado, con el favor divino repetidamente prodigado sobre él, la victoria y salvado a la sociedad del caos», y añadía unas promesas muy vagas de retorno a la monarquía. [53]

Política económica: autarquía y racionamiento

Cartilla de racionamiento española de 1945.

Hoy en día la mayoría de los historiadores coinciden en atribuir la larga duración y profundidad de la crisis económica de posguerra —el nivel de renta de 1935 no se recuperó hasta bien entrada la década de 1950— [54] a la catastrófica política económica autárquica e intervencionista seguida por el régimen franquista durante la década de 1940, que sólo comenzó a rectificarse parcialmente en la década de 1950. [55] Como ha señalado Javier Tusell , "la autarquía y el intervencionismo fueron dos tendencias persistentes en la economía española desde principios de siglo, pero ahora alcanzaron un desarrollo y una magnitud desconocidos hasta entonces". [56]

Esta política se basaba en tres principios que tomaban de la Dictadura de Primo de Rivera y de los planteamientos económicos del fascismo europeo, especialmente del italiano. El primero era la subordinación de la economía a un fin superior, político: convertir a España en una gran potencia militar e imperial. Para ello, el Estado asumiría la tarea de ordenar y regular la actividad económica porque, según los "economistas" franquistas, en la economía de mercado prevalecían los intereses "particulares" (de empresarios y obreros, enfrentados en una "lucha de clases") sobre "el interés supremo de la nación". El resultado fue una pésima asignación de los recursos productivos, al ser sustituido el mercado por una prolija legislación reguladora y por la creación de multitud de organismos intervinientes como el Comisariado General de Abastecimientos y Transportes o el Servicio Nacional del Trigo. La prueba del mal funcionamiento del sistema fue la inmediata aparición, fuera del mercado regulado (y de las cartillas de racionamiento ), de un mercado negro, conocido como " estraperlo ", al que se enviaban los productos porque alcanzaban precios más altos. [57]

El segundo principio fue el fortalecimiento de los sectores más estrechamente vinculados al poder militar, relegando a un segundo plano la industria de bienes de consumo y la agricultura, pues el objetivo de la política económica no era mejorar los niveles de bienestar de la población sino convertir a España en una gran potencia, y a este objetivo había que sacrificar todo lo demás, incluida la eficiencia, costase lo que costase. El instrumento fundamental de esta política fue el INI, el Instituto Nacional de Industria , que dio sobradas pruebas de su desconocimiento de los principios más elementales de la economía. [58]

El tercer principio era la autarquía . Un país con «vocación de imperio» no podía depender de otros países y, menos aún, de otras potencias rivales, por lo que su objetivo último tenía que ser llegar a ser autosuficiente. [59] El propio general Franco fue, una vez más, el principal defensor de esta idea, ya que, como declaró en 1938, estaba convencido de que «España es un país privilegiado que puede ser autosuficiente. Tenemos todo lo que necesitamos para vivir y nuestra producción es suficientemente abundante para asegurar nuestra propia subsistencia. No tenemos necesidad de importar nada». [60] Así, la política autárquica se basaría en un proteccionismo extremo y en una limitación de las importaciones, que quedarían bajo el férreo control del Estado. Además, esta política autárquica iba acompañada de una política cambiaria basada en una peseta «fuerte». [61]

Imagen de un arado en 1950 en El Saucejo , provincia de Sevilla . La agricultura española durante la década de 1940 se caracterizó por una baja productividad y una escasa tecnificación.

Los resultados de la aplicación de la política autárquica e intervencionista al servicio de "un estado militar imperial" fue "una profunda depresión económica que duró más de una década". [62] Se produjo una fuerte caída de la producción agrícola que provocó una hambruna muy grave [62] y sólo cuando la escasez se hizo dramática en la segunda mitad de la década de 1940, el general Franco autorizó la importación de productos alimenticios, de modo que sólo con la ayuda del trigo argentino y estadounidense, España se salvó de una catástrofe alimentaria total. [63]

Las condiciones de vida y de trabajo de los jornaleros, campesinos pobres, obreros industriales y trabajadores de los servicios empeoraron, con un marcado descenso de los salarios reales. [64] El proceso de industrialización que España venía viviendo desde la segunda década del siglo XX se interrumpió, y no fue posible recuperar los niveles industriales de 1935 hasta quince años después del fin de la guerra, en 1955. [65] La inflación se disparó, debido a los grandes déficits presupuestarios financiados con emisiones de deuda pignoraticia que era tomada por los bancos privados, que podían transformarla inmediatamente en efectivo (monetizar) en el Banco de España. [66]

El historiador económico Carlos Barciela, repasando los años de la autarquía franquista, señalaba que «el nivel de renta nacional y de renta per cápita de 1935 no se recuperó hasta los años cincuenta» y que «el consumo de la población, incluido el de productos de primera necesidad, se desplomó de forma espectacular, y el hambre se hizo sentir en millones de españoles», si bien esta mala situación económica no afectó por igual a todos los españoles ya que mientras «los salarios reales de los trabajadores experimentaron un descenso notable y generalizado» y «los beneficios de los grandes propietarios agrarios, de las empresas y de los bancos aumentaron». «La guerra se prolongó también en el ámbito laboral», añade. [67] Barciela concluye que la «evolución de la economía española en los años cuarenta fue catastrófica». [68]

La evolución de la economía española en los años cuarenta fue catastrófica. No hay comparación entre la crisis de posguerra en los países europeos y la sufrida por España. En nuestro país, la crisis fue más larga y profunda. El hundimiento de la producción y el desabastecimiento provocaron una caída dramática del nivel de consumo español. Los productos de primera necesidad fueron sometidos a un riguroso racionamiento y pronto surgió un gran mercado negro; las cartillas de racionamiento de productos básicos no desaparecieron hasta 1952. El subconsumo, el hambre, la escasez de carbón, el frío en las casas, los cortes de electricidad, la falta de agua corriente y las enfermedades eran los rasgos que dominaban la vida cotidiana. Lejos quedaban las grandilocuentes proclamas imperiales y los eslóganes franquistas: "Ni un español sin pan, ni un hogar sin fuego". A esto había que añadir las lamentables condiciones de trabajo... con la libertad sindical suprimida y las huelgas declaradas un crimen contra la patria, nacía el nuevo nacionalsindicalismo como instrumento de sometimiento de los trabajadores. Por el contrario, la patronal mantuvo cierta autonomía y, de hecho, fueron los patrones quienes tomaron el control del aparato sindical y no al revés.

El franquismo de 1945 a 1950

Rechazo internacional y ofensiva de la oposición (1945-1946)

Foto de grupo después de la Conferencia de Potsdam : Clement Attlee , Harry S. Truman e Iósif Stalin (sentados).
Caricatura del dibujante estadounidense John F. Knott (1945) que muestra a un general Franco con la esvástica nazi que se ve amenazado por su colaboración con las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial , como declaraciones a favor de su victoria o el envío de la División Azul al frente ruso.

El 10 de marzo de 1945, el presidente estadounidense Roosevelt comunicó a su embajador en Madrid que «no hay lugar en las Naciones Unidas para un gobierno fundado en principios fascistas». Por este motivo, el régimen de Franco fue excluido de la conferencia de San Francisco que crearía la ONU , y a la que fueron invitados como observadores los republicanos en el exilio. [69]

En la Conferencia de Potsdam, que reunió a las tres potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética), se trató la "cuestión española" y el 2 de agosto se hizo pública una declaración que decía: [70]

Los tres gobiernos, sin embargo, se sienten obligados a declarar que, por su parte, no apoyarán ninguna solicitud de ingreso (en la ONU) del actual Gobierno español, que, habiendo sido establecido con el apoyo de las potencias del Eje , no posee, por razón de sus orígenes, su naturaleza, su historial y su estrecha asociación con los países agresores, las cualidades necesarias para justificar dicha membresía.

Las declaraciones de los aliados despertaron enormes expectativas entre la oposición republicana, que en 1943 tras el cambio de rumbo de la guerra mundial había fundado en el exilio la Junta de Liberación Española (JEL), presidida por Diego Martínez Barrio , que actuó ante los aliados como si fuera un gobierno provisional, [71] mientras que en el interior de España los contactos clandestinos entre socialistas, anarquistas y republicanos llevaron a la formación en octubre de 1944 de la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas , [72] en la que no participaban ni los comunistas ni los socialistas « negrinistas » —que también habían sido excluidos de la JEL—, y que estaba dispuesta a pactar con las fuerzas monárquicas para el restablecimiento de la democracia sin poner como condición la restauración de la República . [73] Asimismo, desde 1944 se había intensificado la actividad guerrillera anarquista, socialista y comunista (el "maquis"), cuyo hecho más destacado fue la Operación Reconquista de España en octubre de 1944, organizada por la Unión Nacional Española fundada por el PCE , que consistió en la invasión de España por el valle de Arán por un contingente de unos 3.000 guerrilleros comunistas, pero que resultó un rotundo fracaso al ser derrotados por el Ejército y la Guardia Civil, y no recibir apoyo alguno de la población. Los guerrilleros, que se vieron obligados a regresar a Francia a los diez días de iniciada la operación, tuvieron 129 muertos y 588 heridos. [74] [75]

Para hacer frente a la actividad guerrillera, el régimen estableció controles sobre los movimientos de la población y en abril de 1947 el general Franco promulgó la Ley de Bandolerismo y Terrorismo, en cuyo preámbulo se afirmaba que pretendía emplear «medidas especiales de represión» para combatir «la especie criminal más grave de cualquier situación de posguerra, consecuencia de la relajación de los vínculos morales y de la exaltación de los impulsos de crueldad y de la agresividad de las personas criminales e inadaptadas». El articulado establecía los supuestos en los que se aplicaría la pena de muerte a los «malhechores» —o «bandidos»—, lo que no sólo incluía el haber matado a alguien, sino también haber empuñado «un arma de guerra» o haber detenido a «viajeros en zonas despobladas». Tanto los guerrilleros como las unidades del Ejército y de la Guardia Civil que los combatían recurrían a las represalias, «alcanzando con frecuencia a una población civil aterrorizada». «Un guerrillero capturado tenía pocas posibilidades de seguir con vida» pero tampoco «un alcalde de pueblo, o un franquista notorio hecho prisionero en una incursión guerrillera». [76]

José Giral , Presidente del Gobierno de la República en el exilio

Mientras la actividad del maquis iba en aumento, en agosto de 1945 se celebró en México una sesión especial de las Cortes republicanas en la que Diego Martínez Barrio fue elegido presidente de la Segunda República Española en el exilio y se nombró un gobierno presidido por José Giral, del que quedaron excluidos los negrinistas y los comunistas . [77] Sin embargo, el gobierno republicano no fue reconocido por ninguna de las potencias vencedoras ni por la ONU —sólo por los países del Este de Europa bajo la órbita soviética y por México , Venezuela , Panamá y Guatemala— , [78] por lo que José Giral acabaría presentando su dimisión en febrero de 1947 —dos meses después de que la declaración de condena al franquismo de la ONU en diciembre de 1946 no hiciera mención alguna al gobierno republicano en el exilio—. [79] Otro motivo de su dimisión fue que Giral se oponía a las reuniones que el socialista Indalecio Prieto estaba manteniendo con José María Gil Robles en representación de los monárquicos. [78]

Por este último motivo la oposición republicana se dividió entre los partidarios de aliarse con los monárquicos y aceptar un referéndum sobre la forma de Estado, y los que seguían defendiendo la legitimidad republicana. Otro motivo de enfrentamiento fue la estrategia a seguir: si continuar con la lucha guerrillera como fase previa a la insurrección popular (como hacían la CNT , el PSOE y el PCE ), o, por el contrario, dar prioridad a la lucha diplomática para forzar una acción internacional de las grandes potencias y de la ONU (como propugnaban los nacionalistas vascos y catalanes y los partidos republicanos). [77]

Al mismo tiempo, los monárquicos intensificaron su ofensiva. El 19 de marzo de 1945, cuando la derrota de Hitler estaba muy cerca, Don Juan de Borbón rompió por completo con el régimen franquista al publicar el Manifiesto de Lausana en el que declaraba que «el régimen instaurado por el general Franco, inspirado desde el principio en los sistemas totalitarios de las Potencias del Eje », era incompatible con la victoria aliada y «compromete además el futuro de la Nación». Por eso pedía a Franco que diera paso a una «Monarquía tradicional» cuyas «tareas primordiales» serían: «la aprobación inmediata, por votación popular, de una Constitución política, el reconocimiento de todos los derechos inherentes a la persona humana y la garantía de las libertades políticas correspondientes; el establecimiento de una Asamblea Legislativa elegida por la Nación; el reconocimiento de la diversidad regional; una amplia amnistía política; una distribución más justa de la riqueza y la supresión de los contrastes sociales injustos...». [80] Sin embargo, la ruptura no fue total pues en agosto Eugenio Vegas Latapié en representación de Don Juan viajó de incógnito a Madrid donde se entrevistó con Luis Carrero Blanco , hombre de confianza del Caudillo, aunque no llegaron a ningún acuerdo. [81]

Pero Don Juan no contaba con una oposición monárquica organizada y unida dentro de España y el Ejército apoyaba firmemente a Franco al igual que los monárquicos «colaboracionistas». No obstante, la oposición monárquica se intensificó cuando en febrero de 1946 Don Juan trasladó su residencia oficial de Lausana a Estoril (cerca de Lisboa ) y recibió una carta de bienvenida firmada por 458 miembros de la élite española, incluidos dos ex ministros, lo que causó profunda preocupación en Franco —«es una declaración de guerra», dijo— y terminó rompiendo relaciones con Don Juan. [82] [83] Por otro lado, el pequeño sector del carlismo encabezado por el conde de Rodezno reconoció a Don Juan como su soberano. [84]

“Metamorfosis” del régimen

La respuesta del franquismo al aislamiento internacional y al resurgimiento de la oposición monárquica fue la paralización definitiva del proceso de fascistización, y la introducción de ciertos cambios que lo hicieran más presentable exteriormente, «pero sin reducir un ápice el poder omnipotente y vitalicio» del « Generalísimo ». [80] Ya a principios de 1944 el secretario general del partido único había ordenado a los delegados provinciales que dejaran de utilizar la expresión «el Partido» o « Falange Española Tradicionalista y de las JONS » y se refirieran en su lugar a él con la expresión « Movimiento Nacional ». Un año después, en septiembre, el uso del « saludo nacional » con el brazo en alto dejó de ser oficial, aunque los militantes y simpatizantes del régimen siguieron empleándolo profusamente. Al mismo tiempo, los uniformes del partido —camisa azul, boina y cinturón rojos; con chaqueta blanca y gorra de placas para los jerarcas del régimen— fueron desapareciendo de la vida pública. [85]

En cuanto al marco legislativo, el régimen franquista a partir de 1945 dio un giro, abandonando el totalitarismo fascista y adoptando los principios de lo que llamó democracia orgánica , "destinada a dar la impresión de que disponía de mecanismos constitucionales comparables a los de una democracia parlamentaria y de que el sistema podía liberalizarse sin traumas dentro de sus propios cauces institucionales". [86]

Un primer paso en esa «metamorfosis» del régimen fue la promulgación, el 17 de julio de 1945, del Fuero de los Españoles, la tercera de las «leyes fundamentales», que pretendía ser una carta de derechos y libertades inspirada en la doctrina católica sobre la «dignidad, integridad y libertad de la persona humana». Pero las restricciones que imponía —el artículo 33, por ejemplo, especificaba que ninguno de los derechos podía utilizarse para atentar contra la «unidad espiritual, nacional y social de España»— y la falta de garantías en su ejercicio lo convirtieron en una mera manifestación retórica, que sólo satisfacía a la jerarquía eclesiástica ratificando el confesionalismo católico del Estado español. [87] “En abstracto, su declaración inicial de principios no difería mucho de lo que sería aceptable en un sistema democrático. Pero gran parte del articulado pretendía legalizar los mecanismos de control sobre el conjunto de la población, regulando restrictivamente los derechos cívicos de asociación, reunión y expresión y otorgando al Jefe del Estado total libertad para suspender las garantías del propio Fuero cuando considerase que estaban en peligro el orden público o la soberanía nacional”. [88]

Un segundo paso fue nombrar un nuevo gobierno —el 18 de julio, cinco días después de la promulgación del Fuero de los Españoles—, en el que se encargaría del Ministerio de Asuntos Exteriores el político católico Alberto Martín Artajo , exdiputado de la CEDA, el más trascendental en aquel momento, y que estaría acompañado por otros dos ministros de la misma tendencia. Al mismo tiempo se produjo el relativo aplazamiento falangista, con la desaparición de la cartera de Ministro-Secretario General de Falange. El objetivo era, pues, reforzar el catolicismo del Régimen y ofrecer una nueva imagen al mundo. [89]

El gobierno eliminó entonces buena parte de los símbolos falangistas , como el saludo fascista con el brazo en alto, que en abril de 1937 había sido declarado «saludo nacional», y al referirse al «partido único» ya no se utilizó el término oficial Falange Española Tradicionalista y de las JONS, sino que se prefirió el nombre de «Movimiento Nacional» o simplemente «el Movimiento», aunque Franco no quiso prescindir de él por completo, al considerar importante preservar alguna forma de organización política oficial. [89]

En cambio, se dio prioridad a la base católica del franquismo, lo que llevó a la creación de lo que más tarde se llamó « nacionalcatolicismo »: la restauración del poder de la Iglesia y su identificación con el régimen franquista. Aunque el retorno a muchos aspectos de la vida religiosa ya se había producido durante la guerra civil y la inmediata posguerra, fue especialmente a partir de 1945 cuando los ritos religiosos se introdujeron en todos los aspectos de la vida, tanto pública como privada. Como ha señalado Santos Juliá, a partir de entonces «todos los espacios públicos y privados resplandecieron con símbolos religiosos, la enseñanza de la religión en sus variantes de historia sagrada, dogma y moral católica se convirtió en una tarea obligatoria en las escuelas; los sacerdotes se convirtieron en los guardianes de la moral pública; las procesiones, las misas de campaña, las misiones populares [campañas públicas masivas de evangelización entre la población], llenaron las calles de ciudades y pueblos de cantos y música religiosa». Se produjo, pues, una «sacralización» de la vida española que afectó a casi todos los asuntos e instituciones públicas. Fue la restauración de la España católica tradicional. [90]

Finalmente, el 22 de octubre de 1945, Franco promulgó la Ley del Referéndum Nacional —cuarta de las «leyes fundamentales»— que permitía al Jefe del Estado someter a consulta del pueblo español —hombres y mujeres mayores de 21 años— aquellos proyectos de ley que considerara oportunos —«cuando la importancia de determinadas leyes lo haga aconsejable o el interés público lo exija»—. [89] El Generalísimo era el único que podía apreciar esta circunstancia y el único que podía convocarlos. Así, como ocurre en los Estados no democráticos que recurren a los plebiscitos, los dos únicos referendos que se celebraron, en 1947 y 1966, fueron «un mero instrumento propagandístico al servicio de la legitimación del régimen». [88] A esta ley le siguió en marzo de 1946 la modificación de la Ley de Cortes, que aumentó el número de procuradores «electivos» aplicando el principio corporativo de los tres tercios —el sindical, el municipal y el familiar—, pero la elección de la representación del «tercio familiar» por hombres mayores de edad y mujeres casadas tardó más de veinte años en ponerse en práctica. [86]

Zonas donde el maquis estuvo activo.

Además de los cambios «cosméticos» del régimen, Franco optó por la resistencia hasta el extremo basándose en la creencia de que la alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido con la Unión Soviética se rompería pronto, dada la incompatibilidad de los proyectos políticos y socioeconómicos que propugnaban ambos bandos, y que al final las potencias occidentales acabarían por aceptarle ante el «peligro comunista». Así lo aconsejó su hombre de confianza, Luis Carrero Blanco , en un informe confidencial entregado a finales de agosto de 1945, tras la condena del franquismo por la Conferencia de Potsdam : [91] [92]

Las presiones de los anglosajones para un cambio en la política española que rompería el desarrollo normal del régimen actual serán tanto menores cuanto más palpables sean nuestro orden, nuestra unidad y nuestra impasibilidad ante las indicaciones, amenazas e impertinencias. La única fórmula para nosotros no puede ser otra que la de orden, unidad y resistencia.

Así, Franco, siguiendo la consigna de Carrero de “orden, unidad y resistencia”, ordenó “cerrar filas” en torno al régimen y recordó obsesivamente la guerra civil. Para ello, la actividad guerrillera se utilizó como “prueba” de que la guerra civil continuaba. [70] En un informe de octubre de 1946, Carrero Blanco recomendó a Franco el uso de “todas las palancas que el Gobierno y el Movimiento tienen en sus manos sobre la base de que es moral y lícito imponer el terror cuando se basa en la justicia y corta un mal mayor (...) La acción directa de palizas y castigos, sin llegar a graves efusión de sangre, es recomendable contra agitadores ingenuos que, sin ser agentes del comunismo, le hacen el juego a éste”. [93]

Aislamiento internacional y “legitimación monárquica” (1946-1947)

Los cambios «cosméticos» y la campaña y actividad desplegadas para convencer al mundo de que el franquismo no tenía nada que ver con las potencias fascistas derrotadas en la guerra, no tuvieron ningún efecto inmediato. El 20 de noviembre de 1945, el embajador estadounidense abandonó Madrid, y el ostracismo efectivo del régimen franquista comenzó el 28 de febrero de 1946, cuando el gobierno francés cerró la frontera con España en protesta por las ejecuciones de diez guerrilleros, entre ellos Cristino García , un héroe de la Resistencia que había luchado contra la ocupación nazi . [94] Cuatro días después, una declaración conjunta de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, promovida por esta última, expresó su repudio al franquismo y su confianza en que «los españoles patriotas y de espíritu liberal encontrarán los medios para lograr una retirada pacífica de Franco» y el retorno a la democracia. [95] Una prueba temprana de lo que significaba el aislamiento internacional fue la exclusión de España de las negociaciones para restablecer la administración internacional de Tánger , que España había ocupado militarmente durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial. [92]

Cartel de banderas de las Naciones Unidas luchando contra las potencias del Eje (Departamento de Guerra de EE. UU., 1943).

Al mismo tiempo, durante todo ese año 1946 se debatió en la ONU la cuestión de las sanciones que debían imponerse al régimen franquista, siempre con la negativa de Reino Unido y Estados Unidos a pactar medidas económicas o militares. Finalmente, el 12 de diciembre de 1946, la Asamblea General de la ONU acordó por 34 votos a favor, seis en contra y trece abstenciones condenar al régimen franquista en los siguientes términos: [96] [97]

La Asamblea General recuerda que, en mayo y junio de 1946, el Consejo de Seguridad llevó a cabo una investigación sobre las medidas que podrían adoptar las Naciones Unidas en relación con España. El subcomité del Consejo de Seguridad encargado de esta investigación decidió por unanimidad:

a) Por su origen, naturaleza, estructura y comportamiento general, el régimen de Franco es un régimen fascista, organizado e implementado en gran medida con la ayuda de la Alemania nazi y la Italia de Mussolini.

b) Durante la larga lucha de las Naciones Unidas contra Hitler y Mussolini, Franco prestó una ayuda muy considerable a las potencias enemigas, a pesar de las continuas protestas de los Aliados.

La subcomisión estableció de manera irrefutable y con pruebas documentales que Franco era culpable, junto con Hitler y Mussolini, de conspirar para desencadenar la guerra contra aquellos países que en el curso de la guerra se agruparon bajo el nombre de Naciones Unidas. [...]

La Asamblea General, convencida de que el gobierno fascista de Franco en España, impuesto por la fuerza al pueblo español y que su continua dominación sobre España hace imposible que este pueblo participe con los de las Naciones Unidas en los asuntos internacionales, recomienda que se prohíba al gobierno de Franco ser miembro de las organizaciones internacionales establecidas por las Naciones Unidas hasta que se forme un nuevo gobierno adecuado en España.[...]

[La Asamblea General] recomienda que, si en un plazo razonable no se establece en España un gobierno cuya autoridad derive de su pueblo y que se comprometa a respetar la libertad de palabra, religión y reunión y a celebrar lo antes posible elecciones en las que el pueblo español pueda expresar su voluntad libre de intimidación, el Consejo de Seguridad considere medidas para remediar la situación. La Asamblea recomienda también que todos los Estados miembros de las Naciones Unidas retiren inmediatamente a sus embajadores y ministros plenipotenciarios acreditados en Madrid.

La recomendación de la retirada inmediata de los embajadores hasta que se formara «un gobierno cuya autoridad emane del consentimiento de los gobernados» fue establecida en España. También fue aplicada por la gran mayoría de países, con excepción de la Santa Sede , Portugal , Irlanda , Suiza y la Argentina de Juan Perón . [98] Anticipándose a la esperada condena de la ONU, el régimen franquista organizó el 9 de diciembre de 1946 una gran manifestación de «indignación nacional» en la madrileña Plaza de Oriente bajo el lema «¡Franco sí, comunismo no!». Desde el balcón principal del Palacio Real, el Caudillo se dirigió a la multitud y atribuyó el aislamiento del régimen a una conspiración de la masonería y el comunismo: [99]

Cuando una ola de terror comunista asola Europa y violaciones, crímenes y persecuciones del mismo orden que muchas de las que ustedes presenciaron o sufrieron presiden la vida de las naciones independientes de ayer, en la mayor de las impunidades, no debe sorprendernos que los hijos de Giral y La Pasionaria encuentren tolerancia en el ambiente y apoyo en los representantes oficiales de esos desdichados pueblos.

Además, el mismo día que la Asamblea General de la ONU condenaba al régimen, las Cortes franquistas aprobaban la acuñación de nuevas monedas con la efigie de Franco con la leyenda: " Francisco Franco Caudillo de España por la Gracia de Dios". [89]

Llegada de Evita Perón a España (junio de 1947). La Argentina de Juan Perón fue uno de los pocos apoyos con los que contó la dictadura franquista durante su aislamiento internacional.
Allí tenía su sede el Instituto de Cultura Hispánica , creado en 1945 para superar el aislamiento internacional del franquismo buscando apoyos en América Latina , una "comunidad espiritual indestructible", según la retórica falangista.

Otra forma de enfrentar el aislamiento fue buscar apoyo internacional en círculos católicos y anticomunistas de todo el mundo. En Washington , José Félix de Lequerica organizó un lobby profranquista , coordinado por el abogado Charles P. Clark e integrado por políticos, militares, empresarios y activistas católicos conservadores y anticomunistas. [100] Con el fin de atraer a países latinoamericanos, se creó en diciembre de 1945 el Instituto de Cultura Hispánica [101] y entre ellos encontró el apoyo de la Argentina de Perón, que no sólo no retiró a su representante en Madrid y lo elevó al rango de embajador, sino que su ayuda económica fue muy importante para la supervivencia del régimen. Dos meses antes de la condena formal por parte de la ONU, Juan Domingo Perón ya había otorgado una línea de crédito a España que le permitió importar 400.000 toneladas de trigo argentino. Al año siguiente, tras la visita de Eva Duarte de Perón a España en junio, Evita firmó otra por 750 millones de dólares, a la que se sumó el llamado Protocolo Franco-Perón firmado en abril de 1948, acuerdo por el que Argentina se comprometía a suministrar a España 300.000 toneladas de trigo y a cubrir los déficit de cereales que se produjeron entre 1949 y 1951, además de suministrar maíz y aceite comestible. [102] Otra estrategia de la política exterior de Franco para superar el aislamiento fue ponerse del lado de los países árabes en el conflicto por Palestina con los judíos asentados allí que reclamaban un Estado propio. [95]

Sin embargo, la principal estrategia de supervivencia de Franco fue buscar la legitimación monárquica. Así, en marzo de 1947 se publicó la «crucial» Ley de Sucesión a la Presidencia del Estado (la quinta «ley fundamental»), cuyo artículo 1 definía la forma del régimen político español como «un Estado católico, social y representativo, que, conforme a su tradición, se declara constituido en Reino». El artículo 2 otorgaba vitaliciamente la «Jefatura del Estado» al «Caudillo de España y de la Cruzada , Generalísimo de los Ejércitos» —fórmula que aglutinaba todas las legitimidades carismáticas de su poder: el partido, la Iglesia y el Ejército—, convirtiendo así a Franco en regente vitalicio de facto en esta «monarquía sin rey» (o «monarquía nominal») que había proclamado el artículo anterior. El artículo 6 confería a Franco el derecho a designar un sucesor «a título de Rey o Regente» «en cualquier momento» y con plena capacidad para revocar su decisión. Finalmente, la ley creó dos nuevos órganos del Estado: el Consejo de Regencia , que actuaría en caso de que Franco falleciera sin haber designado sucesor, y el Consejo del Reino , como máximo órgano consultivo del Jefe del Estado «en asuntos trascendentales y resoluciones de su exclusiva competencia». [103] Así, la Monarquía no sería restaurada sino instalada en la persona de la realeza que el general Franco decidiera, convirtiendo así a su sucesor «en un títere del dictador y de sus herederos políticos». [84]

El contenido de la Ley de Sucesión fue conocido por don Juan de Borbón antes de su promulgación, gracias a la entrevista que mantuvo con el enviado de Franco, Luis Carrero Blanco . [84] Como en ella no se hacía mención alguna a ningún derecho de sucesión dinástica, la respuesta de don Juan no se hizo esperar en forma de una nueva declaración —el Manifiesto de Estoril del 7 de abril de 1947— en la que rechazaba la Ley y defendía los derechos hereditarios de sucesión al trono, que recaían en su persona. Este mensaje no se hizo público en España, donde la prensa lanzó una campaña contra «el pretendiente». [104] El Manifiesto de Estoril denunciaba que la ley pretendía «convertir una «dictadura personal» en una «vitalicia» y disfrazar «con el glorioso manto de la Monarquía un régimen de pura arbitrariedad gubernamental», y afirmaba el «principio supremo de legitimidad» que recaía sobre Don Juan y «los derechos imprescriptibles de soberanía que la providencia de Dios ha querido que lleguen a confluir» en él. Don Juan se declaraba entonces «dispuesto a facilitar todo lo que asegurase la transmisión normal e incondicional de los poderes». [105] El Manifiesto de Estoril se basaba en las Bases Institucionales de la Monarquía Española , también conocidas como Bases de Estoril , hechas públicas dos meses antes, que defendían un modelo de Monarquía tradicional basada en «la Religión Católica, la sagrada unidad de la Patria y la Monarquía representativa» y con unas Cortes orgánicas, corporativas y por tanto no democráticas. [84]

Como ha señalado Paul Preston, tras la promulgación de la Ley de Sucesión, Franco actuó «a la manera de un monarca en el recién proclamado reino de España» y «se atribuyó prerrogativas reales hasta el punto de crear títulos nobiliarios». El general José Moscardó , por ejemplo, recibió el título de conde del Alcázar de Toledo. [106]

Con el fin de buscar la legitimidad «democrática» del régimen, la ley fue aprobada primero por las Cortes el 7 de junio, y luego sometida a referéndum el 6 de julio de 1947, produciéndose una elevadísima participación y el voto afirmativo del 93% de los electores como resultado de la propaganda oficial —la única permitida— y otras medidas de presión —por ejemplo, la presentación y sellado de la libreta de racionamiento como forma de identificación electoral— . [104] Por otra parte, la Falange no vio con buenos ojos la Ley de Sucesión, ya que estaba dominada por sentimientos antiborbónicos o prorrepublicanos y era considerada una concesión a los sectores conservadores. [107]

Fin del aislamiento, derrota de la oposición y consolidación del régimen (1947-1950)

A finales de 1947 se produjeron las primeras evidencias de que la actitud de las potencias occidentales hacia el régimen franquista empezaba a cambiar, con la escisión en dos bloques entre los antiguos aliados de la Segunda Guerra Mundial (el «mundo libre» frente a la «dictadura comunista», como lo expresó el presidente de Estados Unidos Harry S. Truman ). Así, el estallido de la «guerra fría» acabó favoreciendo al general Franco, pues España tenía un nuevo valor estratégico para el bloque del «mundo libre» ante un posible ataque soviético a Europa Occidental. En noviembre de 1947 Estados Unidos se opuso con éxito en las Naciones Unidas a una nueva condena al régimen franquista y a la imposición de nuevas sanciones. Cuatro meses después, Francia reabrió la frontera con España, y entre mayo y junio de 1948 se firmaron acuerdos comerciales y financieros con Francia y el Reino Unido. A principios de 1949, el régimen de Franco recibió el primer crédito concedido por un banco americano con el visto bueno de su gobierno (por valor de 25 millones de dólares). [108] Poco antes, el presidente del Comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos había visitado España. [109]

El proceso de «rehabilitación» de la dictadura franquista se completó formalmente en 1950, tras estallar en junio de ese año la Guerra de Corea , el primer gran enfrentamiento de la «guerra fría». En cuanto se conoció la noticia de la invasión de Corea del Sur por parte de Corea del Norte , el gobierno español se apresuró a enviar una nota al gobierno de Estados Unidos en la que decía: «España querría ayudar a Estados Unidos a detener el comunismo enviando fuerzas a Corea». El gobierno estadounidense se limitó a darles las gracias, pero al mes siguiente el Senado, a propuesta del senador demócrata Pat McCarran (miembro del Lobby español creado por Lequerica), autorizó al Export-Import Bank a conceder a España un crédito de 62,5 millones de dólares. [110] El 4 de noviembre de 1950, la Asamblea General de la ONU revocó por amplia mayoría (gracias al apoyo estadounidense y a la abstención francesa y británica) la resolución de condena al régimen de Franco de diciembre de 1946 (38 países votaron a favor, 10 votaron en contra y 12 se abstuvieron). [111] Así, en los meses siguientes los embajadores occidentales regresaron a Madrid y se aprobó el ingreso de España en los organismos internacionales especializados de la ONU. [112]

Franco dando un discurso en Eibar en 1949. Durante el periodo de aislamiento del régimen, el general Franco rara vez apareció con traje militar, a diferencia del resto de su dictadura.

La rehabilitación internacional del régimen franquista y la aprobación en referéndum de la Ley de Sucesión en julio de 1947 debilitaron hasta tal punto la opción monárquica que don Juan de Borbón cambió su estrategia respecto a Franco y el 25 de agosto de 1948 se entrevistó con el Generalísimo en su yate Azor fondeado en el golfo de Vizcaya . Como resultado, se acordó que el hijo de don Juan, Juan Carlos de Borbón , fuera educado en España bajo la tutela del general Franco (el 7 de noviembre el príncipe, con 10 años, llegó a España). [113] La entrevista había sido promovida por los monárquicos colaboracionistas, como el duque de Sotomayor y Julio Danvila, y el general estuvo acompañado por el príncipe Jaime de Borbón, hermano mayor de don Juan, «quizás como recordatorio de que había cambios en la lucha por la restauración de la Monarquía». [105]

El acuerdo alcanzado entre Franco y Don Juan, que reconocía implícitamente la legitimidad del régimen franquista, dejó sin efecto el acuerdo formalizado en San Juan de Luz tres días después entre José María Gil Robles , en representación de los monárquicos juanistas no colaboracionistas de la Confederación de Fuerzas Monárquicas, e Indalecio Prieto , en representación de parte de la oposición republicana, en el que habían acordado luchar conjuntamente para derrocar la dictadura de Franco , tras lo cual se formaría un gobierno provisional que convocaría un plebiscito para decidir el «régimen político definitivo», republicano o monárquico. Las conversaciones habían comenzado bajo los auspicios del gobierno laborista británico, en concreto de Ernest Bevin , secretario de Asuntos Exteriores , que había reunido a Gil Robles y Prieto en Londres el 17 de octubre de 1946 para impulsar la transición a la democracia en España. [114] Poco después del fiasco del acuerdo de San Juan de Luz , Indalecio Prieto dimitió como presidente del PSOE («Mi fracaso es completo», admitió), siendo sustituido por Rodolfo Llopis . [115] En julio de 1951, Don Juan escribió una carta a Franco en la que rechazaba la colaboración de los monárquicos con los socialistas y en la que decía: «Lleguemos a un acuerdo para preparar un régimen estable». Aunque Franco ignoró la propuesta, Don Juan continuaría su acercamiento a Franco durante la década de 1950, reuniéndose en secreto con el general Franco en una finca en Extremadura propiedad del conde de Ruiseñada a finales de 1954. [116]

Por su parte, la oposición republicana, ante el reconocimiento internacional del régimen de Franco, se quedó sin argumentos, y la actividad guerrillera decayó. Los comunistas abandonaron las guerrillas por completo en 1952, mientras que los anarquistas aún llevarían a cabo acciones esporádicas hasta 1963. Así, desde 1949 hasta la década de 1960, la oposición antifranquista interna y en el exilio vivió su «travesía del desierto». [117] Los intentos de reconstruir los partidos y las organizaciones obreras en la clandestinidad fueron frenados por la policía, como le ocurrió a la CNT en 1953 cuando su Comité Nacional en el interior, presidido por Manuel Vallejo, fue detenido; al PSOE cuando ese mismo año Tomás Centeno, presidente del comité ejecutivo del interior, fue detenido y murió durante los interrogatorios policiales; o al PSUC , cuando su líder Joan Comorera fue detenido en 1954 y condenado por un consejo de guerra a treinta años de prisión, muriendo en prisión en 1958. Ese año fue detenido y encarcelado el socialista Antonio Amat Guridi , sucesor de Tomás Centeno al frente del comité ejecutivo interior del PSOE. [118]

Desde finales de 1948, Franco sabía que ningún peligro esencial pondría en entredicho su «mando», una vez «domesticada» la oposición monárquica (con el príncipe Juan Carlos ya en España), derrotada la guerrilla, desalojada y decapitada en el interior la oposición republicana en el exilio y roto el aislamiento internacional de su régimen. Un síntoma de que el franquismo ya se sentía seguro fue el nombramiento en 1948 de un secretario general del «partido único» (ahora llamado «el Movimiento»), cargo que llevaba vacante desde 1945; otro fue que el 7 de abril de 1948 se puso fin al estado de guerra que había existido desde el comienzo de la guerra civil, aunque los tribunales militares seguirían entendiendo de los delitos políticos al amparo de la Ley de Bandolerismo y Terrorismo aprobada el año anterior. [119]

El franquismo de 1951 a 1959

Integración en el bloque occidental y esplendor del nacionalcatolicismo (1951-1955)

Moneda de 1 peseta acuñada en 1953, con la leyenda Francisco Franco Caudillo de España por la G. [Gracia] de Dios ( Francisco Franco Caudillo de España por la G. [Gracia] de Dios).

Como ha señalado Enrique Moradiellos , «como resultado de los cambios institucionales internos y de la rehabilitación internacional, a finales de los años cincuenta el franquismo estaba plenamente consolidado». [120] Sin embargo, en 1951 volvieron las protestas obreras a raíz de las malas condiciones laborales y el aumento de los precios. El epicentro fue Barcelona y el detonante fue el importante aumento del precio de las tarifas del tranvía , que fue contestado el 1 de marzo con un boicot de la población que duró varios días y que acabaría consiguiendo la anulación de la medida. Al éxito del boicot (una forma segura de protesta que no implicaba riesgo personal) le siguió una huelga bastante extendida en la zona industrial de Barcelona contra el encarecimiento de la vida. Al principio la reacción de la policía fue débil (el gobernador civil acabaría siendo sustituido a causa de ello) y el capitán general de Cataluña, el realista Juan Bautista Sánchez se negó a sacar las tropas a la calle, aunque durante los días siguientes se aplicaron medidas de fuerza y ​​los obreros volvieron a sus ocupaciones. [121] También se produjeron protestas y huelgas en otras ciudades, como Zaragoza , Bilbao , Pamplona y Madrid . [122]

Este malestar social obligó al general Franco a reaccionar, y el 18 de julio nombró un nuevo gobierno que debía rectificar en parte la política económica para evitar que se reprodujera el malestar social. El nuevo consejo de ministros, sin embargo, siguió siendo un gabinete con predominio del catolicismo político —Martín Artajo siguió al frente de Asuntos Exteriores y Joaquín Ruiz Giménez se hizo cargo de Educación—. Finalmente, Carrero Blanco entró en el gabinete, con el rango de ministro subsecretario de la Presidencia del Gobierno. [123] Además, la Secretaría General del Movimiento Nacional recuperó rango ministerial, puesto que ostentaba el falangista Raimundo Fernández Cuesta . [122]

Romería en un pueblo de Andalucía (1953). Los años 50 fueron los de esplendor del nacionalcatolicismo .

Tras largas negociaciones, que por parte española estuvieron lideradas por dos políticos católicos —el ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín-Artajo , y el embajador ante la Santa Sede , Fernando María Castiella— [124] se llegó a un acuerdo sobre un nuevo Concordato con la Iglesia católica que sustituyera al de 1851 , que la Segunda República había dejado sin efecto. Su firma, que tuvo lugar en Roma, adonde acudió Martín Artajo, [125] supuso un paso de vital importancia en el reconocimiento internacional del régimen y también en la ratificación del predominio que el franquismo había concedido a la Iglesia católica a cambio de su total identificación con el régimen. [126] En realidad, lo que hizo el Concordato fue ratificar el statu quo ya existente entre Iglesia y Estado desde la guerra civil y, especialmente, desde 1945 con la hegemonía del « nacionalcatolicismo ». Desde la firma del Concordato, como ha señalado Enrique Moradiellos, «el triunfo del nacionalcatolicismo fue definitivo e indiscutible, convirtiéndose en la ideología oficial del Estado y en el patrón normativo de conducta moral, pública y privada, de la sociedad española en su conjunto». [127] Un hito en la identificación de la Iglesia católica con el régimen franquista fue el XXXV Congreso Eucarístico Internacional , que reunió a cientos de miles de católicos en Barcelona en mayo de 1952. Durante el Congreso, el cardenal Spellman, jefe de la Iglesia estadounidense y gran amigo del papa Pío XII , llegó a afirmar: «Todo el mundo en España ama a Franco». [124] Por otra parte, tras la firma del Concordato, en todas las misas se rezaría «por nuestro Caudillo Francisco». [125]

Las negociaciones con Estados Unidos para la instalación de bases estadounidenses en territorio español a cambio de ayuda económica y militar comenzaron en abril de 1952 —en julio del año anterior, el almirante jefe de Operaciones de la Armada estadounidense ya se había reunido con Franco en Madrid, alcanzándose un principio de acuerdo de colaboración militar entre ambos países—. La delegación estadounidense estuvo encabezada por el general August Kissner, George Traine y el embajador en Madrid, Stanton Griffis , y la delegación española por el general Juan Vigón . Las reticencias iniciales estadounidenses a que el acuerdo supusiera un respaldo político a Franco fueron superadas tras la elección del nuevo presidente Dwight Eisenhower , que nombró embajador en Madrid a James Dunn , quien se mostró menos inflexible que su antecesor a la hora de aceptar las condiciones solicitadas por el gobierno español. El acuerdo fue finalmente firmado el 23 de septiembre de 1953, en el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, pero no tuvo carácter de tratado, como solicitaba el gobierno español, sino de «pacto ejecutivo» entre gobiernos ( acuerdo ). Para que fuera tratado hubiera sido necesaria la aprobación del Senado, algo imposible de conseguir ya que la mayoría de los miembros se negaban a apoyar la dictadura de Franco. [128]

Los llamados Pactos de Madrid consistían en tres acuerdos: el primero se refería a los suministros de material bélico que Estados Unidos debía proporcionar a España; el segundo trataba de la ayuda económica, que incluía la concesión de créditos; el tercero, y más importante, se refería a la ayuda mutua en materia de defensa, que consistía en el establecimiento de cuatro bases militares estadounidenses en territorio español. [129] De esta forma, España se incorporaba al sistema de defensa occidental, pero sin acceso a la toma de decisiones, pues su acceso a la OTAN —que acababa de fundarse en 1949— estaba vetado. Las bases estaban teóricamente bajo la soberanía conjunta de España y Estados Unidos, pero existía un acuerdo secreto adicional, por el cual Estados Unidos podía decidir unilateralmente cuándo utilizarlas en caso de «evidente agresión comunista que amenazara la seguridad de Occidente». Por otra parte, en ellas se almacenaban armas atómicas, pese a las protestas de las autoridades franquistas. [130]

Con los Pactos de Madrid, el franquismo, tanto en lo interno como en lo externo, salió fortalecido, aunque considerado en un plano más realista, los acuerdos corroboraron la situación de mera dependencia española respecto de su interesado garante, Estados Unidos —que siempre consideró a la España de Franco como un aliado menor—. [112]

Tras el acuerdo de la Asamblea General de 1950, España se fue integrando progresivamente en los organismos especializados de la ONU. El primero fue la Organización Meteorológica Mundial , a la que siguieron la FAO , la OMS y la UNESCO . Sin embargo, no fue hasta diciembre de 1955 cuando España pasó a ser miembro de pleno derecho de la ONU, lo que fue posible a raíz del deshielo en las relaciones entre ambos bloques tras la muerte de Stalin en 1953, ya que «la idea de ampliar la ONU para admitir a aquellos países que estaban en el bando perdedor en la Guerra Mundial o eran neutrales, y que ahora estaban alineados con una u otra superpotencia», que era el caso de España. Así, el 8 de diciembre de 1955, la Asamblea General de la ONU admitió a 18 nuevos miembros, entre ellos España, junto a Italia , Portugal , Hungría , Rumanía , Bulgaria , Albania , Austria y otros diez países. No hubo ningún voto en contra y solo dos abstenciones, México y Bélgica . [131] Fue el fin del aislamiento franquista. [112]

Crisis de 1956

El ministro de Educación Nacional Joaquín Ruiz Giménez (en el centro) con el general Franco durante la inauguración del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (1954).

El nuevo ministro de Educación nombrado en 1951, el católico Joaquín Ruiz Giménez , intentó propiciar una cierta «apertura» en el ámbito educativo y cultural rodeándose de un equipo de jóvenes intelectuales de Falange: Pedro Laín Entralgo , rector de la Universidad de Madrid; Antonio Tovar , rector de la Universidad de Salamanca ; y Torcuato Fernández Miranda , rector de la Universidad de Oviedo , que llegó a ser subsecretario del Ministerio. Uno de sus mayores logros fue la rehabilitación oficiosa del filósofo José Ortega y Gasset , que regresó a España del exilio. Murió en 1955 y sus funerales fueron presididos por el propio ministro Ruiz Giménez. Sin embargo, el también católico Rafael Arias Salgado , que desde el nuevo Ministerio de Información y Turismo llevaba a cabo una política integrista, dio consignas a la prensa para recalcar la falta de religiosidad de Ortega y algunos obispos llegaron incluso a referirse al «hedor masónico» que exudaba su cadáver. [132] Otro resultado de la política de Ruiz Giménez fue la revista Alcalá , fundada en 1952, escrita por Dionisio Ridruejo , Xavier Zubiri o José Luis López Aranguren, además de Laín Entralgo y Tovar. [133]

El clima de apertura iniciado por Ruiz Giménez propició la formación de los primeros grupos estudiantiles de oposición. Una de sus primeras iniciativas fue la celebración de los Encuentros entre la Poesía y la Universidad organizados por el estudiante Enrique Múgica Herzog , que consiguió que los patrocinara el Aula de Cultura del SEU , y en los que participaron los poetas Dionisio Ridruejo , Luis Rosales , Gerardo Diego , Luis Felipe Vivanco y José Hierro . El éxito de los Encuentros animó a sus promotores a organizar un Congreso de Jóvenes Escritores , para que «los jóvenes universitarios pudieran intercambiar sus ideas con cierta comodidad, dando lugar a un diálogo que los iluminara mejor que un silencio que los envenenaría», como escribió Ruidruejo en sus Memorias. Encontraron el apoyo entusiasta del rector de la Universidad de Madrid Laín Entralgo y del ministro Ruiz Giménez, pero finalmente el Congreso no se celebró por estar prohibido por el ministro del Interior Blas Pérez González , ya que según un informe elaborado por la Dirección General de Seguridad estaba organizado por dos grupos antifranquistas, uno comunista —encabezado por Múgica Herzog y en el que figuraban el «ateo» Ramón Tamames , el también «ateo» y «comunista» Javier Pradera o el «ateo rabioso y blasfemo recalcitrante» Fernando Sánchez Dragó— y otro grupo liberal institucionista liderado por Javier Muguerza e inspirado en el filósofo Julián Marías . [134]

Por su parte, los falangistas decidieron demostrar su poderío y unidad ante el ascenso de los católicos y en octubre de 1953 celebraron en Madrid el Primer Congreso Nacional del Movimiento, en el que, además del ministro secretario general Fernández Cuesta, intervinieron otros destacados camisas viejas como José Antonio Girón , ministro de Trabajo, que se refirieron a la «Revolución Nacional». Así, se aprobó una declaración en la que se afirmaba que la Falange no consentiría «bajo ningún pretexto las actuaciones ilegítimas de camarillas que pretendieran socavar su condición de único inspirador del Estado y, en consecuencia, la autoridad de su Jefe y Caudillo». Pero en el multitudinario acto de clausura, el general Franco puso límites a esos propósitos: «La Falange está por encima de contingencias... flanqueando y apoyando la fuerza constituyente de nuestro Ejército». [135] A pesar de ello, entre los sectores más radicales de la Falange vinculados al SEU y al Frente de Juventudes , el rechazo a la futura Monarquía se fue extendiendo, como se puso de manifiesto en el verano de 1955 durante la visita de Juan Carlos de Borbón a un campamento del Frente de Juventudes, siendo recibido con la siguiente cancioncilla —el delegado nacional de Juventudes José Antonio Elola-Olaso fue fulminantemente destituido por Franco a raíz de otro incidente similar ocurrido durante el funeral por José Antonio Primo de Rivera celebrado el 20 de noviembre de 1955 en El Escorial presidido por Franco y durante el que se escuchó el grito: «¡No queremos reyes idiotas!»—: [136]

¡Viva, viva la Revolución!

¡Viva, viva Falange de las JONS! ¡Muerte, muerte al capital! ¡Viva el Estado Sindical! No queremos reyes idiotas que no sepan gobernar. Nosotros lo haremos, porque queremos el Estado Sindical.

¡Abajo el Rey!

Arco de la Victoria , erigido en Madrid entre 1950 y 1956 en conmemoración de la victoria franquista en la Guerra Civil Española .

A pesar de la suspensión del Congreso de Escritores Jóvenes , el activismo estudiantil continuó y el 16 de enero de 1956 celebraron una reunión en el círculo cultural Tiempo Nuevo , de Madrid, en la que redactaron un manifiesto, logrando recabar 3.000 firmas de apoyo. En dicho manifiesto reclamaban la convocatoria de un Congreso Nacional de Estudiantes, cuyos delegados serían elegidos al margen del SEU. Los estudiantes falangistas reaccionaron asaltando violentamente la Facultad de Derecho. [137] Poco después, el 9 de febrero, se produjeron nuevos incidentes violentos en la Universidad de Madrid a raíz de un enfrentamiento entre estudiantes que se manifestaban a favor de elecciones libres al SEU y un grupo de falangistas que acababan de llegar de celebrar la ceremonia anual del «Día del Estudiante Caído». A raíz de la reyerta, un estudiante falangista resultó gravemente herido por una bala en el cuello (probablemente disparada por uno de sus compañeros, que iban armados). El clima de crisis se extendió rápidamente (corrió el rumor de que los falangistas preparaban una noche de los cuchillos largos ) [138] y la policía procedió a detener a los responsables de convocar la asamblea estudiantil que, para su sorpresa, resultaron ser algunos de ellos antiguos falangistas e hijos de personalidades del régimen. [139] [140]

La gravedad de la crisis —la primera gran crisis interna que afrontaba el Régimen desde 1942— quedó patente con las dos medidas que adoptó inmediatamente el general Franco. El 11 de febrero decretó por primera vez desde su promulgación la suspensión de los artículos 14 y 18 del Fuero de los Españoles y cerró la Universidad de Madrid. El 16 de febrero destituyó a los dos ministros "responsables" de los hechos: Ruiz Giménez y Fernández Cuesta, ministro secretario general del Movimiento de quien dependía el SEU. [141]

Los acontecimientos de febrero de 1956 demostraron que, después de 15 años, el Régimen estaba perdiendo el control de la juventud en las universidades más importantes, donde hasta entonces había tenido un apoyo limitado o, al menos, ninguna resistencia, y constituyeron el primer atisbo de un renacimiento de la oposición interna, que no provenía de la República, sino de una nueva generación que había crecido bajo el Régimen en los años cincuenta, y que empezaba a organizarse como oposición a la dictadura franquista con independencia del bando en el que ellos mismos o sus padres hubieran militado durante la guerra civil. [142] Así pues, "los acontecimientos de 1956 marcaron un punto de inflexión en el desarrollo del antifranquismo ". [143]

Los comunistas fueron los primeros en captar este nuevo hecho y antes que ningún otro partido lo consagraron como estrategia oficial. Así, en el pleno del Comité Central del PCE celebrado en Praga en agosto de 1956, que también apoyó la invasión soviética de Hungría , se aprobó la nueva política de Reconciliación Nacional, que buscaba el entendimiento con todas las fuerzas antifranquistas independientemente del bando en el que hubieran combatido en la Guerra Civil. [144] Sin embargo, la tarea no iba a ser fácil, y tanto la «Jornada de Reconciliación Nacional» del 5 de mayo de 1958, como la «Huelga Nacional Pacífica» del 18 de junio de 1959, convocadas por el PCE, resultaron un rotundo fracaso. [145]

Crisis de 1957

Mapa de la Guerra de Ifni en 1957 y, después del conflicto, en 1958.

En marzo de 1956, Francia concedió la independencia a la zona de Marruecos que se encontraba bajo su Protectorado , lo que obligó al gobierno español a hacer lo propio un mes después —cuando también se produjeron disturbios independentistas en su protectorado—. En agosto del año siguiente, el nuevo Estado de Marruecos reivindicó también la soberanía sobre el enclave de Ifni, un territorio de la costa atlántica marroquí bajo soberanía española que no formaba parte del Protectorado, y por tanto no fue cedido en el momento de la independencia. Así, en noviembre de 1957 el territorio de Ifni fue atacado por tropas irregulares marroquíes, pero el ejército español logró repeler la agresión —murieron 62 soldados españoles—. La colonia española del Sáhara también fue atacada, y los asaltantes volvieron a ser rechazados, aunque a costa de mayores bajas —murieron 241 soldados españoles—. La guerra de Ifni fue silenciada por la prensa y no fue hasta febrero de 1958 cuando se restableció la normalidad en ambos territorios. [146] En el caso del Sahara se logró mediante la entrada de tropas francesas procedentes de Mauritania a petición del gobierno español “cuando España estaba a punto de perder esa guerra no declarada”. [147] Durante el conflicto el Ejército español no pudo utilizar el material bélico norteamericano entregado en virtud de los Pactos de Madrid de 1953 debido a la prohibición expresa de Washington. [148]

Con su vuelta al gobierno tras la crisis de febrero de 1956, el falangista José Luis Arrese vio una oportunidad (quizá la última) de llevar adelante el viejo proyecto de institucionalizar el franquismo reforzando los poderes del «partido único» falangista y aminorando así la orientación monárquica y católica que predominaba desde 1945. Pero cuando en otoño se hicieron públicos los borradores de las tres «leyes fundamentales» que estaba preparando —los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional, la Ley Orgánica del Movimiento Nacional y la Ley de Organización del Gobierno— [149] , se desató una gran oposición al proyecto en el seno del Ejército, la Iglesia católica, el resto de «familias» del régimen y el propio Gobierno —incluido el almirante Carrero Blanco—, ya ​​que otorgaba enormes poderes al «partido único», en concreto a su Secretario General y a su Consejo Nacional —si bien estos poderes sólo serían realmente efectivos tras la muerte del general Franco, y por tanto sólo afectarían a su sucesor—. [150] Lo que pretendía, pues, Arrese era construir un auténtico Estado nacional-sindicalista que, como había dicho en un mitin falangista celebrado en marzo de 1956 en Valladolid, satisficiera el descontento de los falangistas "porque muchas de nuestras aspiraciones revolucionarias están pendientes de realización y porque la sociedad que nos rodea es muy injusta y muy sucia". [149]

Los monárquicos franquistas tildaron el proyecto de «totalitario» y la jerarquía eclesiástica lo denunció por estar «en desacuerdo con las doctrinas pontificias» y por no tener «raíces en la tradición española», defendiendo, en cambio, la promoción de una «verdadera representación orgánica» en lugar de una «dictadura de partido único», como lo fue el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania o el peronismo en la República Argentina» —en diciembre de 1956 tres cardenales, entre ellos el cardenal primado Pla y Deniel, se reunieron con Franco en El Pardo para entregarle una declaración contra el proyecto de Arrese—. [151] Ante tal cúmulo de presiones, y con la prioridad que empezó a dar a los problemas económicos, el Generalísimo decidió en febrero de 1957 archivar sine die el proyecto de Arrese. Sólo el proyecto de Principios del Movimiento vería la luz al año siguiente, pero totalmente transformado. [152]

Para agravar esta crisis, el general Franco cambió el gobierno el 25 de febrero, trasladando a Arrese al nuevo Ministerio de Vivienda y nombrando a José Solís Ruiz , coronel jurídico responsable de la Organización Sindical Española , como nuevo ministro secretario general del Movimiento. Por otra parte, como en otros momentos de crisis, Franco se apoyó en los militares y nombró a ocho de ellos como ministros. [153]

Ley de Principios del Movimiento y agotamiento del modelo autárquico (1957-1959)

Limpieza de barro en una céntrica calle de Valencia tras el desbordamiento del río Turia que inundó la ciudad en octubre de 1957 .

Ante el grave empeoramiento de la situación económica, el almirante Carrero Blanco convenció a Franco para que nombrara en los ministerios económicos a dos «técnicos» que tenían en común que pertenecían a un instituto católico laico llamado Opus Dei —Alberto Ullastres , que se encargaría del Ministerio de Comercio, y Mariano Navarro Rubio , encargado de Hacienda—. Carrero Blanco había entrado en contacto con este grupo a través de un joven profesor de Derecho, Laureano López Rodó , también miembro del Opus Dei, al que Carrero acababa de nombrar para un alto cargo de su ministerio, la subsecretaría de la Presidencia. Estos tres políticos, como los equipos que les acompañaban y los que les seguían, provenían del mundo católico antidemocrático y autoritario, pero no accedieron al gobierno para llevar a cabo una «política católica»; más bien, su objetivo era poner en marcha un programa de racionalización y liberalización económica ligado a una reforma de la Administración del Estado. [154] [155] Nada más formarse el gobierno en febrero de 1957, López Rodó creó la Oficina de Coordinación y Planificación Económica (OCYPE) en la Presidencia del Gobierno, dirigida por él mismo y a la que pertenecían Ullastres y Navarro Rubio. [156]

En cuanto a la reforma de la Administración, se aprobaron dos leyes importantes —la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado, de julio de 1957, que no mencionaba al Movimiento Nacional; y la Ley de Procedimiento Administrativo, de julio de 1958—, que se completaría en 1964 con la aprobación de la Ley de Funcionarios Públicos del Estado. [157]

Del viejo proyecto falangista de Arrese sólo llegó a hacerse realidad el primer anteproyecto de ley que elaboró, aunque se trataba de una nueva versión elaborada por Carrero Blanco y su equipo de "tecnócratas" encabezados por López Rodó, que compartía con él el proyecto de institucionalizar el franquismo en forma de monarquía tradicional y católica, aunque defensora de una economía de mercado "libre". Así, su redacción final se alejaba aún más de los "26 puntos de Falange". Fue promulgada por el general Franco el 29 de mayo de 1958, como "caudillo de España, consciente de mi responsabilidad ante Dios y ante la Historia", y constituía la sexta "ley fundamental" del franquismo. Definía al Movimiento no como un partido o una organización, sino como una "comunión" (a la manera carlista) y caracterizaba al franquismo como una "monarquía tradicional, católica, social y representativa", principio "permanente e inalterable por su propia naturaleza". También reiteró el confesionalismo «católico, apostólico y romano» del Estado español y su compromiso con la «participación del pueblo» en las tareas de gobierno a través de la «representación orgánica» de las «entidades naturales de la vida social: familia, municipio y sindicato». [158]

La visita del presidente estadounidense Eisenhower a España en 1959 se considera el símbolo del fin del aislamiento internacional del régimen franquista.

A partir de 1958, las huelgas —que seguían siendo un delito— reaparecieron, sobre todo en Asturias y Cataluña, centradas en reivindicaciones salariales, ya que la inflación estaba provocando una caída de los salarios reales. En particular, la industria minera asturiana de la hulla fue escenario de huelgas recurrentes que proporcionaron un nuevo mecanismo de representación obrera que tendría singular éxito en el futuro: la comisión obrera elegida entre los huelguistas, además de los «enlaces sindicales» y los «portavoces jurados de empresa» de la organización sindical franquista, para presentar sus reivindicaciones directamente a la dirección de su empresa o a la patronal. La intensidad del movimiento huelguístico asturiano fue tal que llevó a Franco a decretar el 14 de marzo de 1958 la segunda suspensión del Fuero de los Españoles y el estado de excepción en la región durante cuatro meses. [159]

La década de 1950 se cerró con dos acontecimientos muy importantes en la historia del franquismo: la inauguración el 1 de abril de 1959 —20 años después del final de la Guerra Civil— del Valle de los Caídos , el monumento que conmemora al « Generalísimo » su victoria en la Guerra Civil y que debía albergar sus restos cuando falleciera; y la breve visita a Madrid del presidente de los Estados Unidos, el general Eisenhower , en diciembre de 1959, nada menos que el antiguo comandante en jefe de los ejércitos aliados que habían derrotado a las potencias fascistas en la Segunda Guerra Mundial. [160] Esta visita, según Moradiellos, «constituyó probablemente la apoteosis internacional de la dictadura franquista». [146] [160]

Véase también

Referencias

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Bibliografía