Arúspice

Un arúspice (del indoeuropeo *ghere, "entraña", e inspicio, examino; transcribe haruspex del latín) era un adivino etrusco que examinaba las entrañas de un animal sacrificado para obtener presagios en cuanto al futuro.

Una tradición errónea transmitida por Diodoro de Sicilia indicaba que el primer arúspice fue Rómulo.

Los arúspices de Etruria fueron consultados en privado durante toda la República y el Imperio Romano.

Parece que nunca hubo mujeres en el colegio de los arúspices, ni ejercieron jamás esta función.

Por otra parte, en la época republicana tardía, Catón decía que «dos arúspices no podían mirarse sin reírse».

Respecto al incienso, la harina, etc., era su obligación examinar detenidamente cada una de estas sustancias y saber si tenían las calidades que les son propias.

Dibujo de un espejo de bronce etrusco conservado en el Museo gregoriano etrusco de la Ciudad del Vaticano . Pertenece a fines del siglo V a. C. y muestra a un arúspice que examina el hígado de un animal sacrificado para leer los agüeros. Una inscripción etrusca lo califica como el mítico adivino griego Calcante , representado aquí con alas para recalcar su función de mediador entre la realidad terrena y la divina. Nótese el pie apoyado en una roca, algo esencial en el proceso adivinatorio por el arúspice quien de esta manera establecía contacto con lo terrenal.
Hígado de bronce de Piacenza , usado para la adivinación de los arúspices etruscos .