Dhimmi

Gente del Libro o Gentes del Libro (en idioma árabe أهل الكتاب, Ahl al-Kitâb y también dhimmis) es el nombre con el que en el islam se designa a los creyentes de religiones abrahámicas o monoteístas, que vive en un país islámico.Por ejemplo, los dhimmis tenían que moverse de sus asientos si un musulmán deseaba sentarse allí y se les prohibía manifestar su religión en público.Tras la conquista, las poblaciones consideradas gentes del Libro fueron: los cristianos (en España los mozárabes, en Egipto los coptos, en distintas regiones de Próximo Oriente armenios, maronitas, etc.); los judíos, que vivían en sus propios barrios o juderías, los sabeos de Yemen, los mandeos en Irak y los zoroastrianos en Persia.A hindúes, budistas y jainistas se les extendió el estatus bajo el Imperio mogol de la India, aunque esto fue excepcional.El teólogo islámico Asghar Ali argumenta que el Corán contiene muchos mandatos que ordenan a los musulmanes guardar respeto hacia todas las demás religiones, no destruir los templos de ninguna religión y convivir pacíficamente con todos los grupos religiosos, no solo cristianos y judíos, sino también paganos, y que el combate islámico hacia la idolatría se refería solo a la interpretación literal del término idólatra, es decir, el que adora a un ídolo, pero no hacia las religiones como el hinduismo o el budismo en donde los ídolos son solo vistos como el símbolo de una fuerza divina superior.Teniendo presente el vínculo existente entre los dhimmíes y los impuestos que deben pagar, cabe mencionar cómo se sustentaba la economía en Al-Ándalus.Mientras que los musulmanes entregaban un diezmo de sus bienes muebles, los dhimmíes estaban sujetos a un impuesto per cápita personal y otro territorial, ambos mencionados anteriormente.También contribuían, pero en menor medida, a la hacienda pública los tributos pagados por monarcas cristianos y las tasas extraordinarias.Entre estas se encuentra, por ejemplo, la que gravaba la producción artesanal, el comercio y la aportación solicitada al pueblo para financiar el ejército.Esta circunstancia pudo influir en la conversión al Islam de un gran número de cristianos empobrecidos que no podían pagar los tributos, aunque en los primeros siglos de la expansión islámica (siglos VIII al X d. C.) algunas autoridades musulmanas impidieron tales conversiones masivas en tanto implicaban indirectamente una merma en los ingresos tributarios del califato (pues tras la conversión al Islam un dhimmí obtenía el derecho a pagar menos tributos).Como los dhimmíes no podían testificar en un tribunal para defenderse, debían obligatoriamente convertirse al islam para salvar la vida.Existía un severo tabú matrimonial contra los dhimmíes varones, que eran castigados con la muerte si mantenían relaciones sexuales con una mujer musulmana o si se casaban con ella; además existían leyes desiguales en las herencias, las discriminaciones en el vestido, en el uso de animales o en ciertos oficios, entre otras, como la estricta prohibición a los dhimmíes de tener servidores musulmanes.Muchos dhimmíes desempeñaron funciones y cargos políticos de relevancia, incluyendo en diversos casos la jefatura del gobierno o visirato, como el caso de los visires Yekutiel ben Isaac (Zaragoza, siglo XI), Tustari (Egipto, siglo XI) y otros.En el islam, hay distintas jerarquías es cuanto al respeto a ciertas religiones, siendo las principales los "creyentes" (musulmanes), "Gente del Libro" e idólatras (o "asociadores").Entre la propia gente del Libro hay jerarquías (por ejemplo, algunos eruditos consideraban que un musulmán varón se puede casar con una judía o una cristiana, pero no así con una zoroastriana).Tras la invasión islámica de Persia, cuya religión predominante era el zoroastrismo, los clérigos islámicos asumieron que los zoroastrianos eran los mencionados sabeos del Corán, principalmente porque el zoroastrismo era una religión monoteísta (más bien henoteísta), que compartía principios muy similares con el islam (creencia en cielo e infierno, apocalipsis, revelación profética, valores sociales patriarcales similares, etc.), además de tener una escritura sagrado (el Avesta), pero se diferencian en otros como en la creencia en los espíritus (integrados luego en el islam como los llamados "genios") así como en prácticas como las de los templos de fuego, la magia o los casamientos consaguineos.En términos generales, salvo por judíos, cristianos, zoroastrianos y mandeos, ninguna otra religión ha sido aceptada por los clérigos islámicos tradicionales como «Gente del Libro» (aunque esto fue discutido por númerosos eruditos).En Malasia, similarmente, la Constitución reconoce al islam como oficial pero permite la práctica del cristianismo, budismo e hinduismo por ser consideradas las religiones étnicas de las poblaciones no-malayas.Los cristianos que se negaran a aceptar el contrato dhimma y pagar el impuesto debían convertirse al islam, irse o ser ejecutados.
Pintura representando personas de distintas religiones bajo el Imperio otomano en Beirut en 1876