Zarabanda

El origen de la zarabanda no se puede especificar con exactitud, sin embargo, hay testimonios que sitúan la danza por los territorios hispánicos y las provincias americanas.

Además de la instrumentación, se encontraba una parte vocal y la letra estaba relacionada con la temática picaresca (erótica, política, social…).

En El diablo cojuelo (1641) de Luis Vélez de Guevara, el demonio encerrado en la retorta afirma: "demonio más por menudo soy, aunque me meto en todo: yo soy las pulgas del infierno, la chisme, el enredo, la usura, la mohatra; yo traje al mundo la zarabanda, el déligo, la chacona, el bullicuzcuz, las cosquillas de la capona, el guiriguirigay, el zambapalo, la mariona, el avilipinti, el pollo, la carretería, el hermano Bartolo, el carcañal, el guineo, el colorín colorado; yo inventé las pandorgas, las jácaras, las papalatas, los comos, las mortecinas, los títeres, los volatines, los saltambancos, los maesecorales y, al fin, yo me llamo el Diablo Cojuelo".

Adoptará otro tipo de temática en su poesía, más expresiva (manierista), e incorporará a su haber otros instrumentos, como el clave o el laúd.

Este modelo se difundió por toda Europa, en países como Inglaterra o Alemania, aunque en España quedó remplazada por la chacona.

Ritmo habitual de la Zarabanda durante la primera mitad del siglo XVII .