[4] Cada cohorte estaba dividida en siete centurias, cada una de 70 a 80 hombres comandados por un centurión.
Las cohortes se duplicaron en tamaño en el 205 y los vigiles estaban compuestos mayoritariamente por libertos.
Con el lema Ubi dolor ibi vigiles ("Allí donde hay dolor están los vigiles"), y fundados para proporcionar un servicio público, se les alojaba en cuarteles y patrullaban las calles, especialmente de noche, en busca de incendios sin supervisión.
Cada propietario de una vivienda estaba obligado a mantener un equipo para combatir los incendios, y los vigiles disponían de bombas, cubos, ganchos (para tirar del material en llamas), picos, azadones y hachas.
También usaban balistas los denominados ballistarius para derribar casas en llamas y crear cortafuegos.
Los centonarius (centones) se encargaban de las mantas empapadas en vinagre para ahogar las llamas, los que llevaban antorchas (sebaciarii) si fuese necesario para iluminar los alrededores o los que se dedicaban a desalojar los edificios vecinos.
Luego podían transferirse a las legiones, donde podrían alcanzar el rango de primus pilus.
Destacados juristas con formación legal comenzaron a acceder al puesto de prefecto para cumplir con la capacidad magisterial del cargo.
Eventualmente, al prefecto se le daba también jurisdicción sobre delitos menores durante el día.
A un conocido praefectus, Julio Placidiano, se le puso al frente de una fuerza expedicionaria enviada a la Galia por Claudio II (Gothicus) en 269 para asegurar el valle del Bajo Ródano contra el llamado Imperio galo.