Los ingresos que proporcionaba el servicio parroquial, junto con los procedentes de sus propiedades, permitieron al vicario ofrecer a sus hijos bienestar material, pero, sobre todo, darles una buena educación.
Su hermano mayor, Stephen, asumió la responsabilidad de la familia Jenner, y para Edward será su guía paternal.
Posteriormente, la condesa de Berkeley y Lady Duce hicieron vacunar a sus hijos, haciendo que la nobleza inglesa las imitara.
No obstante lo expuesto, recibió dinero y distinciones que le permitieron pasar una vejez económicamente holgada.
Describió cómo el cuco recién eclosionado empujaba los huevos y los polluelos recién nacidos del nido de su anfitrión, contrariamente a la creencia existente hasta entonces de que lo hacía el cuco adulto.
[8] Habiendo observado este comportamiento, Jenner descubrió una adaptación anatómica necesaria para su puesta en práctica (el pollo del cuco presenta un depresión en su espalda, que desaparece después de los doce días de vida, que le permite empujar fuera del nido los huevos de su anfirión y los otros polluelos).
El adulto no permanece el tiempo suficiente en el área para realizar esta tarea.
Las conclusiones de Jenner fueron publicadas en las Philosophical Transactions of the Royal Society en 1788.
[9][10] «La singularidad de su forma está bien adaptada a estos propósitos, ya que, a diferencia de otras aves recién nacidas, su espalda, desde la escápula hacia abajo es muy ancha, con una considerable depresión en el medio.
En la época de Jenner, la inoculación ya era una práctica común, pero implicaba graves riesgos.
Pero no fue hasta el trabajo de Jenner cuando el procedimiento llegó a ser ampliamente entendido.
Jenner pudo haber conocido el procedimiento utilizado por Jesty y el éxito obtenido.
Phipps fue el decimoséptimo caso descrito en el primer artículo de Jenner sobre vacunación.
[18] Jenner inoculó a Phipps en ambos brazos ese día, lo que le produjo posteriormente fiebre y cierta inquietud, pero ninguna infección grave.
Jenner continuó su investigación e informó a la Royal Society, que no publicó el documento inicial.
Después de revisiones e investigaciones posteriores, publicó sus hallazgos sobre los 23 casos.
[21] La expedición tuvo éxito y Jenner escribió: «No me imagino que los anales de la historia contengan un ejemplo de filantropía tan noble y tan extenso como este».
[26] Jenner regresó a Berkeley y continuó recibiendo honores que le llegaban desde distintos puntos del mundo.
De la misma forma se le quería y respetaba en su pueblo, donde continuaba esforzándose por sus pacientes.
[33] En 1979, la Organización Mundial de la Salud declaró a la viruela una enfermedad erradicada.