Mangana es el nombre genérico de las máquinas balísticas usadas en Europa durante la Baja Edad Media.
En Francia, según refiere Jean Froissart, la misma palabra mangonneau llegó a designar, por extensión, la máquina y el proyectil que disparaba.
A principios del siglo XIII empiezan a usarse otros nombres como blida, biffa, tripantum, troia, briccola, trabucium, etc., que sirvieron para distinguir dentro del género variantes: erexerunt quoque petrarias, quas nos manganas aut trabucos dicimus (Malvecio, Chronicon Brixianum).
En el ataque a las fortalezas, su objetivo no era destruir los muros, para lo que le faltaba potencia, sino batir los adarves, derribando las almenas y alejando de ellas a sus defensores para preparar el asalto, o causar daños dentro de la población.
Los mangoneles lanzan pesados proyectiles desde la cuchara o de una cuerda suspendida al final del brazo.
En el combate, los mangoneles arrojaban rocas, objetos ardientes (o recipientes llenos de material inflamable que creaban una bola de fuego al impactar), o cualquier cosa que estuviera a mano hacia los atacantes y defensores.
Estos servían para espantar a las fuerzas defensivas, bajar su moral y, con frecuencia, propagar epidemias en el castillo sitiado.