Su casa era un escenario social e intelectual al que acudían grandes exponentes de la política y las letras nacionales como José Eusebio Caro, Nicolás Tanco Armero, José María Rojas Garrido y Carlos Holguín Mallarino, entre otros.
Marcelino Menéndez Pelayo opinó de sus traducciones: "No las hay más valientes y atrevidas en nuestra lengua".
El resultado de este trabajo fue, más que una traducción, una adaptación transformativa que fue publicada en dos volúmenes con los títulos Cuentos pintados para niños y Cuentos morales para niños formales, en donde sale a relucir el talento de Pombo para la narración y el fluido manejo de la prosa dirigida.
Después de residir por espacio de diecisiete años en Estados Unidos, regresa a Bogotá para trabajar como traductor y periodista, llegando a fundar periódicos como El Cartucho y El Centro.
Pombo no publicó sus poesías, salvo algunas ediciones por petición de amigos.