Palacio y templo delimitan la monumental plaza de Fefiñanes, tenida por uno de los conjuntos históricos más bellos de Galicia, y en la que también destaca un puente abalaustrado sobre arco, que permitía a los señores pasar desde la casa a sus huertas y viñedos sin pisar la vía pública.
Con María Catalina de Andrade y Figueroa.
Había servido en los Reales Ejércitos «desde el año de mil seiscientos y cinco», según consta de la Real Carta de creación del vizcondado.
Hacia 1770 sucedió su hijo • Francisco Javier Pardo de Figueroa y Valladares, v vizconde de Fefiñanes.
Premurió a su padre, por lo que no poseyó los marquesados de Figueroa y la Atalaya.
Por la prematura muerte de su marido, esta señora quedó por tutora y curadora de sus hijos, que eran de tierna edad, y como tal litigó desde 1778 a nombre del mayor por los condados de Maceda y Taboada, con sus opulentos mayorazgos, que vacaban por haber muerto en dicho año sin descendencia Gonzalo de Lando Deza y Lanzós.
Era aún niño cuando murió su padre y empezó a llamarse vizconde de Fefiñanes, aunque no tituló por esta merced hasta 1784.
[8] A raíz de ello se añadió los apellidos Lanzós y Novoa, que imponía este mayorazgo.
Y en 1786 sucedió en los marquesados por muerte de su abuelo.
Dejó dos hijos naturales, habidos en Vicenta Wanden.
Después de sus días, título y palacio se separaron, sucediéndose en dos líneas diferentes de la familia.
Fernando contó entre sus bisabuelos a Manuel Alonso Martínez, presidente de las Cortes, y a Alejandro Pidal y Mon, que lo fue del Consejo de Ministros.