La obra fue adquirida por el Louvre en fecha incierta, entre 1803 y 1804, como objeto del expolio napoleónico en el Reino de Nápoles.
Piero de Cosimo representa a la Virgen y el niño Jesús en un plano cercano y un espacio restringido cuyo fondo está constituido por una estera, probablemente de tiras de cuero entretejido, con bordes decorados con motivos vegetales, con los bordados bien visibles.
María sostiene a su Hijo con un agarre maternal que impide al Niño escapar mientras se resiste tiernamente.
De hecho, inclinándose hacia delante el pequeño bebé rollizo, con el índice de la mano derecha, señala una paloma blanca también con aureola, símbolo del Espíritu Santo, posada sobre el parapeto.
La atmósfera de la pintura es íntima, tranquila y silenciosa.