Empezando por arriba, está la cabeza, donde se encuentra el clavijero con las catorce clavijas y la voluta.
Las cuerdas de simpatía se unen directamente al botón, no al cordal, y después atraviesan el puente, pasan por debajo del diapasón y se ajustan a las clavijas discurriendo por la parte posterior del clavijero.
Hasta que un famoso ejecutante francés de este instrumento, Chrétien Urban (1790-1845), en el siglo XIX, fijó la afinación la2, re3, la3, re4, fa#4, la4, re5.
Se cree que pudieron coexistir durante gran parte del siglo XVIII.
La primera referencia a la viola de amor la da un músico alemán en una carta, en el año 1649.
En el año 1679, John Evelyn describió su sonido, diciendo que «nunca había escuchado algo más maravilloso y sorprendente».
Su popularidad fue muy grande sobre todo durante el siglo XVIII, pero parece ser que no había demasiados intérpretes de este instrumento, ni siquiera en aquella época.
En la actualidad se está recuperando cada día más por músicos historicistas que quieren interpretar distintas obras barrocas con los instrumentos originales de la época.
Además, el interés de muchos músicos por este instrumento durante los siglos XIX y XX ha hecho que no sea solamente la música barroca la que se pueda interpretar con la viola de amor.
Durante el Clasicismo fueron especialmente dos compositores los que más impulsaron la viola de amor, Johann y Karl Stamitz.