Vino de Argentina

En menor volumen o más recientemente se produce en las provincias de Salta (1.76 %), Córdoba (0.55 %), Catamarca (0.53 %), Neuquén (0.49 %), Río Negro (0.24 %), San Luis (0.15 %), Entre Ríos (0.001 %), Chubut (0.003 %), Buenos Aires (0.005 %) y Jujuy (0.003 %).

[3]​ En esa época era una industria incipiente orientada a producir en cantidad en desmedro de la calidad.

[8]​ La calidad del vino argentino ha venido creciendo sin detenerse en los últimos años, ganando terreno en el mercado mundial.

Tan sólo en el 2010, las ventas al exterior alcanzaron los 650 millones USD, lo que representó un incremento del 17 % en relación con el 2009, marcando un récord histórico.

En la segunda mitad del siglo XX las clases medias del país favorecieron los llamados «vinos rosados», de bouquet intermedio entre los intensos y ásperos tintos (popularmente llamados por los porteños: «totíns» o «tintardos») y los más suaves «claretes» de tipo italiano, o incluso los muy suaves al paladar (aunque en ocasiones de alta graduación alcohólica) vinos blancos.

Si bien todas las ciudades argentinas intentaron crear sus viñedos (tal es, por ejemplo, la de Buenos Aires, que los poseía en terrenos actualmente correspondientes al barrio de Palermo), el clima favorecía más a unas zonas que a otras.

En Jesús María se producía el vino denominado lagrimilla dorada que, según la tradición, llegaba a la mesa del rey Carlos III de España.

Según el naturalista y viajero Thadeus Haenke, a fines del siglo XVIII, tras las guerras en las que España disputará a Portugal la Banda Oriental, gran parte de los colonos portugueses capturados en la Colonia del Sacramento y la isla de Santa Catarina fueron deportados a territorios hoy situados en la provincia de Mendoza.

Se prensaban los sarmientos con las uvas en sencillos trapiches, o directamente eran pisadas en odres abiertos para, posteriormente, ser estacionadas en tinajas.

El fermentado del mosto se realizaba en dos etapas y por esto en sendas tinajas consecutivas.

Por otra parte, dicha afluencia de mediterráneos creaba también las condiciones para que en ciudades como Buenos Aires, Rosario y Córdoba e incluso Tucumán surgiera un importante mercado de vinos, cuyo auge vendría con el desarrollo del transporte ferroviario.

Paulatinamente, pero con firmeza, el consumo internacional se abría a los vinos del Nuevo Mundo.

La segunda gran expansión, a partir de 1985, hizo que se aquilataran las calidades (especialmente mediante varietales).

Su afán por la investigación le permitió identificar los mejores microclimas para la plantación de vides.

Esto hizo usual el estacionamiento en barricas de roble francés o americano.

Estos aprovechan las aguas dulces que se producen por el deshielo de las altas montañas.

Tal agua es presurizada desde los ríos y llevada por canales de riego o acueductos a los viñedos.

El importante consumo interno explica que el quinto productor mundial no figure entre los principales exportadores.

De sur a norte se distinguen tres segmentos latitudinales en la producción de vinos argentinos: desde el paralelo 42° S (esta latitud varía según las circunstancias y resulta frecuente usar como referente el paralelo 41°) hasta el 38°, otro desde el 36° hasta el 29.5°m y otro desde el 29° hasta el 22° (aunque en el 22 lo que existe es un límite político ya que, sin solución ecológica de continuidad, tales tres segmentos —puede observarse— se solapan en sus áreas fronterizas.

Si bien las cepas son muchas, dentro de los tintos se destacan los Malbec (20 000 ha plantadas en Mendoza), Bonarda, Cabernet Sauvignon, Merlot, y Syrah.

En cuanto al Malbec oriundo de Cahors en Francia, su nombre en argot francés significa mal pico es decir, en lenguaje figurado francés «mal gusto» y esto es por poseer demasiados taninos (ser astringente) en su región de origen, sin embargo en Argentina el malbec ha encontrado un terroir (terreno vitivinícola) que le da un gusto calificado por los expertos enólogos y sommeliers de «amable» ya que se caracteriza por su exquisitez y gustos aromas delicados lo cual le ha dado merecidamente al «malbec» argentino un buen vino fino de renombre mundial.

Entre las variedades estaban: Malbec, Cabernet Sauvignon, Tannat, Pinot blanc y Semillón.

De la mano con la inversión en vino llegó el turismo enológico, impulsando aún más las economías provinciales en ese entonces afectadas.

En 2005, el turismo mendocino aumentó en un 80 % contra el año anterior, en gran medida propulsada por turistas atraídos a la provincia en virtud de su importante producción vitivinícola.

Aprovechando la naturaleza de las visitas, numerosas bodegas (como por ejemplo Salentein y Tapiz, en Mendoza) han desarrollado posadas para recibir a turistas en un ambiente claramente orientado al vino.

En el 2006 la que pasó al frente en el turismo vitivinícola, fue San Juan, por ser la provincia donde más se incrementó el número de visitantes a las bodegas, casi un 80 % con respecto al 2005, según un informe nacional realizado por «Bodegas de Argentina».

[19]​[20]​ Destacándose la tradicional bodega Graffigna, que creó un museo donde es posible apreciar las antiguas herramientas utilizadas para este trabajo desde sus comienzos en San Juan.

En el 2007 el 74.21 % del vino argentino se destinó al consumo interno y el 23.27 % fue exportado, la diferencia quedó estoqueada (guardada en depósito o stock).

Viñedos de Cafayate , en la Provincia de Salta donde se encuentran los viñedos más altos del mundo.
Al este, bodega y viñedos en Médanos , Provincia de Buenos Aires.
Viñedos en la provincia de San Juan.
El Gobernador Provincial de San Juan, Domingo Faustino Sarmiento, fue quien gestionó, la obtención del primer Vino Malbec, con uvas de cepas traídas de Francia a la Argentina.
Viñedos en el Valle de Uco, Mendoza.
La Bodega Tapiz, una de las tantas bodegas ubicadas sobre la "Ruta del Vino" en la provincia de Mendoza.
Regiones vinícolas Argentinas.
Viñedos en el Valle de Pedernal, departamento Sarmiento, provincia de San Juan.
Viñedos en Cafayate , dentro de los Valles Calchaquíes , Salta .
Vista a una bodega, integrante de la ruta del vino en Mendoza.
Museo del vino perteneciente a la Bodega Graffigna , provincia de San Juan.