Vicenta Laparra de la Cerda

Se hizo muy popular gracias a sus poesías y obras dramáticas.

Por las tertulias que organizaba en su casa pasaron numerosos intelectuales de la época, como Rubén Darío, José Batres Montúfar, Ramón A. Salazar, José Milla y Vidaurre, Enrique Gómez Carrillo o Enrique Martínez Sobral, entre otros.

Jesús impulsó su vocación por la literatura y la música, aspectos en los que pronto empezó a sobresalir.

Nunca abandonó su faceta pedagógica, que siguió cultivando con la escritura de textos didácticos y artículos periodísticos.

La educación de la mujer no solo concentró sus esfuerzos como profesora, también como periodista.

A Vicenta Laparra le cabe el honor de fundar en 1885 la primera revista femenina del país, La Voz de la Mujer, el periódico El ideal (1887)[3]​ y la revista La Escuela Normal (1894).

Después de este estreno, la obra se representó en distintos teatros y con diferentes compañías, consiguiendo la aclamación del público.

Pese a esto, no presenta ninguna connotación religiosa, siguiendo las directrices del pensamiento liberal imperante.

[2]​ El conflicto psícológico de la obra se hace evidente desde el principio, como puede verse en el siguiente fragmento de la Escena II en la que Luisa se encuentra sola frente al espejo: ¡Sola yo me causo horror!

El ángel caído, obra de Vicenta Laparra de la Cerda, se estrenó en 1886 en el Teatro Nacional de Guatemala, que en 1892 pasó a llamarse Teatro Colón.