La presencia católica de rito latino en el Líbano se inicia con las Cruzadas a finales del siglo XI y finaliza con la derrota definitiva de los cruzados y la desaparición de los principados cruzados en Oriente Medio a partir de mediados del siglo XIII.
Estas diócesis desaparecieron con el final del período cruzado y hoy permanecen en su mayor parte como sedes titulares.
La presencia latina continuó en el país con los franciscanos, que llegaron ya en el siglo XIII, y luego con misioneros de otras órdenes religiosas, como los capuchinos, los carmelitas, los lazaristas y los jesuitas, que llegaron en el siglo XVII.
Tenía jurisdicción sobre gran parte de las misiones católicas de las regiones centro-sur del Imperio otomano, a saber: Siria, Líbano, Chipre, Palestina, península arábiga, Egipto, Abisinia (Etiopía y Eritrea) y Nubia (Sudán).
[1] A partir de este último cambio territorial, los vicarios apostólicos de Alepo tienen residencia permanente en Alepo, prefiriendo residir previamente en el Líbano.