Veinte años y un día

[2]​[3]​ El título Veinte años y un día representa el castigo que la justicia franquista reservó a los líderes políticos de la oposición clandestina.

Es el verano de 1956 en España y un historiador estadounidense llamado Michael Leidson llega al país para investigar la guerra civil.

Para su gran sorpresa, este hombre con su visión exterior, aunque hable bien el idioma local, se verá enfrentado a acontecimientos muy extraños.

¿Por qué este tiroteo, cuando nadie culpaba a estos patrones, los campesinos sólo querían colectivizar la finca?

No solo una misa ni nada por el estilo, sino una auténtica ceremonia expiatoria y teatral.

» Esta ceremonia recordaba extrañamente a aquellas pequeñas obras de teatro en un acto representadas para la fiesta del Santísimo Sacramento, en la España del siglo XVII, una tradición que incluso un hombre como Ernest Hemingway, aunque acostumbrado a la guerra, encontraba de muy mal gusto.

El día añadido hizo que el proceso de libertad condicional fuera mucho más difícil.

Dominguín me lo contó por segunda vez en su propiedad familiar en La Companza, en este pueblo de Quismondo que realmente existe.

[...] Hay en este libro un largo análisis del tema de Judit que me llamó mucho la atención.

» Veinte años y un día obtuvo el premio José Manuel Lara de novela en 2004[4]​ Documental

Judit y Holofernes (Nápoles)