Valentín el Gnóstico

Parece probado que en Alejandría, además de una bien establecida ortodoxia cristiana, había una fuerte tradición gnóstica.

Su poema metafísico parece además inspirado por vívidas emociones y experiencias personales.

Frente a esas cuestiones Valentín elabora una respuesta de fondo sincretista y en la que predomina lo mitológico.

En resumidas cuentas, el pensamiento valentiniano se sitúa en la dimensión de la mitología.

Concibiendo en su imaginación da a luz nuevos seres a su imagen: semillas pneumáticas o espirituales que pasan al soplo mismo del Demiurgo sin que él lo perciba.

Así cuando este crea la parte terrena del hombre y alienta en ella la parte psíquica, es a la vez instrumento inconsciente de la inclusión de pneuma (espíritu) en algunos hombres (pneumáticos, elegidos).

El Salvador ha venido entre nosotros para recoger esas semillas dispersas y conducirlas al Pléroma.

Esta ley no rige en cambio en la escatología, que es dualista en definitiva, y esto de manera radical.

Valentín tuvo numerosos discípulos, de los que quedan algunos escritos, y de los que nos dan noticias numerosos escritores cristianos: San Ireneo en el Adversus haereses, Hipólito en los Philosophumena (o Refutatio), Tertuliano en el Adversus Valentinianos, etc. Su secta se divide en dos ramas: la ítala y la anatolia.

La rama anatolia, más barroca, tiene como representantes a Marcos, Axiónico y Ardesianes.