Al estar aproximadamente a 1600 parsecs (5200 años luz) de nosotros —distancia calculada por su posible pertenencia a la asociación Sgr OB1—,[4] la forma espiral solo se descubrió utilizando el Telescopio Keck en el Observatorio Mauna Kea de Hawái, uno de los mayores telescopios que existen.
[6] Su compañera estelar emite, a su vez, un fuerte viento estelar, que al chocar con el viento de la estrella de Wolf-Rayet forma un frente de choque que comprime el material que fluye, creando un entorno más denso y algo menos caliente en donde el polvo puede existir.
Al ser una estrella supermasiva, concluirá su vida de forma extremadamente violenta y luminosa en un final conocido como supernova.
En un escenario hipotético en el que WR 104 hubiera colapsado en el pasado y su luz nos llegara hoy, competiría en brillo desde nuestro cielo con el del Sol; entre dos y tres días después, un increíble chorro de radiación extremadamente energético chocaría contra la Tierra destruyendo casi por completo nuestra capa de ozono dejando a la vida en la Tierra totalmente expuesta a la radiación ultravioleta emitida por nuestro Sol, causando una potencial extinción masiva.
Se piensa que si WR 104 explota como una supernova isotrópica, el impacto sobre la biosfera terrestre probablemente sea insignificante; sin embargo, en el caso de una explosión muy anisotrópica, los efectos pueden ser significativos si la Tierra se encuentra alineada ≤12º respecto al eje de salida del chorro, incluso a una distancia de 2000 parsecs.