Medio siglo después, en 1450, el rey Alfonso el Magnánimo fundó el Estudio General de Barcelona, es decir, la actual universidad.
Por ello, la universidad tuvo, al contrario que otros, un marcado carácter municipal, con poco control por parte de la corona.
Tres siglos más tarde, en 1715, Felipe V suprime todas las universidades catalanas y ordena que el único centro universitario que las sustituirá tenga sede en Cervera (Lérida), en agradecimiento a sus habitantes por dar apoyo a Felipe de Anjou durante la Guerra de Sucesión Española.
Esta situación se mantuvo durante unos 150 años, hasta que regresó a Barcelona otra vez, en el siglo XIX.
El curso 1838-1839 comienza a funcionar en Barcelona, donde ocupó primero el antiguo convento de los carmelitas (en la calle del Carmen, a la altura de la calle del Doctor Dou).
Noventa años más tarde, en 1932, el gobierno de la Segunda República (1931-1936) otorgó a la universidad autonomía propia, pasándose a llamar Universidad Autónoma de Barcelona (no debe confundirse con la actual UAB).
En los últimos años del franquismo, hubo bastante conflictividad estudiantil, que pedía reformas en el sistema político y educativo.
Según un estudio publicado en The Times Higher Education (en los últimos años) la UB es la única universidad española que se encuentra entre las 200 mejores del mundo en cuanto a calidad y docencia.
Tanto los departamentos como las facultades, tienen una autonomía interna y órganos propios de autogobierno.
Actualmente, la UB cubre el 33% de las plazas universitarias catalanas, siendo la demanda ligeramente superior a la oferta.
El Academic Ranking of World Universities (ARWU) la sitúa como la mejor universidad de España,[14] así como el QS World University Ranking que le da el primer puesto en la clasificación nacional y 168 a nivel mundial.
Las superficies de la sala están recubiertas con elementos neomudéjares, con numerosas ornamentaciones, en las que predomina la temática histórica.
Están representados también monarcas que tuvieron un papel clave en la historia de la institución.
Entre los últimos reconocimientos como doctores honoris causa otorgados se encuentran el historiador Paul Preston y el lingüista Eugene Garfield.