Su rasgo sobresaliente fue privilegiar a sus coprovincianos cordobeses con diversos favores de carácter político.
Los antecedentes y la justificación del accionar presidencial se encuentran en los consejos políticos que le brindaran sus amigos.
El diputado por Córdoba José Miguel Olmedo escribía al gobernador Juárez Celman en 1882: "Roca tendrá menos personalidad que todos los presidentes cesantes y si la conservase, su sucesor llegará hasta desterrarlo del país.
Primero interviniendo Tucumán en 1887, para entregar el poder local a los mitristas leales al presidente; Córdoba en 1888, donde luego de someter a juicio político al remiso gobernador Olmos por malversación de fondos públicos y comisionar a Luis V. Varela como interventor federal, el hermano del propio presidente y Jefe de la Policía, Marcos N. Juárez, fue elegido gobernador sin inconvenientes; y Mendoza en 1889, donde luego de una revuelta que obliga a renunciar al gobernador Tiburcio Benegas, el reemplazante Oseas Guiñazú propicia la elección del opositor Rufino Ortega cuyo club político se llamaba "Presidente Juárez".
El segundo paso del plan político personal de Juárez Celman era digitar un "sucesor adecuado".