Los italianos cruzaron el río en varios puntos sobre puentes temporales, pero el principal esfuerzo se realizó en la meseta de Banjšice, cuya captura fue decisiva para impulsar la ofensiva y romper las líneas austrohúngaras en dos segmentos, aislando las fortalezas del monte San Gabriel y el monte Hermada.
Después de luchas feroces y mortales, el Segundo Ejército italiano, dirigido por el general Luigi Capello, hizo retroceder a la Isonzo Armee de Svetozar Boroević, conquistando Bainsizza y el monte Santo.
Después de la batalla, los austrohúngaros estaban exhaustos y no podrían haber resistido otro ataque.
También lo estaban los italianos, que no pudieron encontrar los recursos necesarios para otro asalto, aunque podría haber sido el decisivo.
Además, el final de la batalla dejó al Segundo Ejército italiano (hasta entonces el más exitoso de los ejércitos italianos) dividido en dos partes a lo largo del Isonzo, un punto débil que resultó ser decisivo en la posterior duodécima batalla del Isonzo.