Diaz organizó nuevamente las tropas, bloqueó el avance enemigo y estableció una línea de frente estable en el río Piave.
A mediados de octubre el Regio Esercito disponía ya de 51 divisiones en el frente, a las que se unieron tres divisiones británicas, dos francesas, una checoslovaca y un pequeño regimiento estadounidense, sumando unos 370,000 hombres.
Por miedo a terminar la guerra en una situación de derrota militar, el gobierno italiano liderado por Vittorio Emanuele Orlando buscó aprovechar del hecho que ya se estaba tratando como lograr la paz con Austria-Hungría, los contactos entre las Potencias Centrales y las delegaciones de la Triple Entente eran conocidos y ya habían empezado a inicios de octubre.
La caída de Vittorio ponía en difícil situación a las tropas austrohúngaras que se hallaban en el Monte Grappa, más al oeste, pues las tropas italianas podían ahora cortarles toda retirada al controlar el curso medio del Piave.
Los parlamentarios austrohúngaros liderados por el general Viktor Weber von Webenau fueron recibidos por los representantes militares italianos dirigidos por el general Pietro Badoglio en la ciudad de Padua, para acordar un armisticio, pero la delegación italiana requirió allí en la práctica una capitulación completa del Imperio Austrohúngaro.
Al día siguiente los italianos penetraban en Trentino y en el Friul, invadiendo territorio imperial propiamente dicho, pero no llegaba desde Viena una orden expresa de cese de fuego, lo cual daba pretexto a que las fuerzas italianas siguieran su avance contra una cada vez más débil resistencia austríaca, ocupando Portogruaro, cruzando el río Tagliamento, y retomando Údine entre el 2 y 3 de noviembre.
Pese a ello el general Viktor Weber von Webenau requirió a su contraparte italiano Piero Badoglio a cesar el avance italiano en tanto los soldados austriacos ya habían abandonado la lucha y las tropas magiares y eslavas habían dejado del frente, pero Badoglio replicó que las fuerzas del Regio Esercito seguirían avanzando hasta el 4 de noviembre a las 15.30 horas, empleando esas últimas horas de "guerra" para ocupar la mayor cantidad posible de territorio aprovechando que Austria no podía evitar tales acciones debido a la descomposición del Ejército austrohúngaro, y amenazando con proseguir la campaña bélica si no se aceptaban las condiciones italianas.
El resultado de la lucha también influyó en la derrota del Imperio alemán que tras la derrota de Austría-Hungría quedaba con otro frente militar al sur, frente que Alemania no podía ya atender pues todas sus tropas útiles estaban concentradas contra las ofensivas del bando aliado en Francia al oeste.
Las tropas del Imperio Alemán deberían ser expulsadas de Austria-Hungría o internadas, y las tropas aliadas tendrían libre acceso a territorio austríaco (para así más adelante alcanzar Alemania desde el sur).