Tresante

[1]​ Estos individuos no habían exhibido la andreía, el valor que caracterizaba al espartiata, quien, como afirma el rey Agis II, «no pregunta cuántos son los enemigos, sino dónde están».[2]​ Pero ocurre que hasta mediados del siglo V a. C. —tal vez hasta el terremoto que diezmó la población espartiata— la cobardía no sólo implicaba retroceder ante el enemigo, sino el mero hecho de sobrevivir a una derrota, una vergüenza que no era tolerada.Se les relegaba a los últimos puestos en las danzas rituales.Tucídides añade que no podían hacer transacciones legales.Según Antíoco de Siracusa,[4]​ los ilotas son antiguos tresantes: Antíoco dice que, «durante las guerras mesenias, aquellos lacedemonios que no tomaron parte en la expedición fueron declarados esclavos y llamados ilotas; en cuanto a los niños nacidos durante la expedición, se les llamó partenias y se les disminuyó todos los derechos.» Sin embargo, los tresantes podían acceder a los lugares públicos, contrariamente a los ilotas, que sufrían una exclusión total.