Eran personas libres que, pese a estar sometidos a la autoridad espartana, gozaban de ciertos derechos y tenían una importancia destacada al formar parte del ejército y realizar actividades comerciales.
[1] La tierra donde habitaban era enajenable: susceptible de compra y venta, pues no pertenecía al estado.
Por un escolio de Píndaro se conoce el dato de que había veinte harmostas, y por ello se ha sugerido que el territorio perieco estaba dividido en veinte distritos.
Los terratenientes, al contar con esclavos que cultivaban sus tierras, podían dedicarse a la educación militar.
[9] Asimismo estaban sujetos a pago de tributos[10] (los mismos que aportaban los ciudadanos espartanos).