[1] La crisis luxemburguesa había estallado después de que el emperador francés Napoleón III intentara la compra de Luxemburgo al rey holandés Guillermo III.
Para aclarar la situación a raíz del fin de la Confederación, el Tratado de Londres reconoció el final de la Confederación y declaró que Luxemburgo y Limburgo debía ser consideras en adelante "parte integral del Reino de los Países Bajos".
El tratado fue firmado por los representantes de todas las Grandes Potencias de Europa: En un primer momento Italia no fue invitada, pero el rey Víctor Manuel II persuadió a otros monarcas para invitar a su representante en Londres.
Italia tenía una escasa relación con Luxemburgo, y el tratado no le afectaba directamente.
No obstante significó la primera vez que Italia, recién unificada, era invitada a tomar parte en una conferencia internacional en pie de igualdad entre las potencias europeas, y, por tanto, fue un acto con gran valor simbólico para el reino de Italia.