Según los términos, el residente general francés tenía poderes absolutos tanto en asuntos externos como internos, y era el único capaz de representar a Marruecos en países extranjeros.
Sin embargo, el sultán conservaba el derecho de firmar los decretos (dahirs) presentados por los residentes generales.
[4] Cuando la noticia del tratado finalmente se filtró a la población marroquí, se encontró con una reacción inmediata y violenta en la Intifada de Fez.
[5] Como parte del tratado, Alemania reconoció las esferas de influencia francesas y españolas en Marruecos, recibiendo a cambio territorios en el Congo francés (actual República del Congo), una colonia del África Ecuatorial Francesa, los cuales se convirtieron en parte de Kamerun.
La compañía también recibió el permiso para construir un ferrocarril que conectara las minas con Melilla.