[2] Cuando el presidente de la República le manifestó al ministro del Interior, coronel Carlos Ibáñez del Campo, sus aprensiones para aceptar la invitación porque las grandes nevadas de la cordillera podrían entorpecer el viaje de los muchachos, este le contestó: «Si fuera necesario, que atraviesen la cordillera a pie; para eso son soldados».
[2] Los viajeros no tuvieron ningún problema en la travesía a bordo del Ferrocarril Trasandino.
En la pequeña estación Alpatacal a 463 m s. n. m., por la que pasaba a gran velocidad arrastrado por dos locomotoras, en la madrugada del 7 de julio, el convoy que transportaba a los cadetes chocó de frente con otro que esperaba para partir,[2] descarrilando ambos.
Esa ha sido la única vez que la Escuela Militar ha desfilado sin casco prusiano y sin la guerrera azul.
Fragmento del Episodios Nacionales sobre la tragedia: Trenes sanitarios despachados en auxilio, hacia Alpatacal, recogieron los muertos y heridos, llevándolos a Mendoza.
En la ciudad fronteriza de Los Andes, el pueblo también recibió a los heridos que viajaron desde Mendoza en la Estación del Ferrocarril Trasandino de aquella ciudad, y las más distinguidas familias dieron cobijo a los jóvenes cadetes heridos.
La figura de una mujer con los brazos abiertos se ubicó en el patio principal de la nueva Escuela Militar, construida en 1948 en Avenida Américo Vespucio, que fue bautizado como Patio Alpatacal.