Toxoplasmosis congénita

El leucograma puede mostrar linfocitosis asociada a linfocitos atípicos, por lo cual se debe hacer el diagnóstico diferencial con infecciones virales como citomegalovirus y mononucleosis infecciosa.[6]​ Los signos clínicos que con mayor frecuencia se presentan al nacimiento son:[7]​ La incidencia de secuelas en la población asintomática excede 85% y pueden ir desde leves a severas.[4]​ El tamizaje con IgG para detectar pacientes que no han adquirido la infección por toxoplasma debe llevarse a cabo en el periodo preconcepcional.Un resultado de IgA negativo no descarta la infección, por lo cual debe iniciarse el tratamiento placentario y solicitar PCR en líquido amniótico.Si la IgG persiste negativa puede excluirse la infección por toxoplasma, excepto en gestantes inmunosuprimidas, circunstancia en la cual, se justifica también el tratamiento placentario y el diagnóstico prenatal.[15]​[16]​ El tratamiento con este medicamento debe mantenerse a la dosis referida hasta el momento del parto.Si se llega a comprobar infección fetal por medio de PCR en el líquido amniotico o por aislamiento del parásito en cultivo o por diagnóstico serológico en sangre del cordón fetal, debe iniciarse tratamiento pleno, que logra minimizar la gravedad de la infección y disminuir las secuelas en el feto.Un esquema alternativo es sulfadoxina 500 mg + pirimetamina 25 mg (nombre comercial Falcidar o Methipox) 3 tabletas cada 4 días durante todo el embarazo desde la semana 20 hasta dos semanas antes de la fecha probable del parto; al cual se asocia ácido folínico, 10 a 20 mg/día durante todo el embarazo.